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Capítulo dos:

He aquí el club de los bastardos.

Escondidos o más bien acostados bajo las gradas de campo de fútbol americano, Manny nos relataba como iba hacer él para llegar ese dinero a su casa. Lo tenía fácil ya que por miedo a decepcionar a sus padre no le contó que había perdido la posibilidad de una beca.

—Solo necesito que me ayuden.—Pidió Manny.—¿Recuerdan ese viejo sofá donde JJ perdió la virginidad?.

Al decir eso JO se carcajeo.

—Como olvido.—Murmuro.—Fuiste muy precoz, amigo.—Se burlo.

Le dí un fuerte zape en la nuca.

—Estaba ebrio, además la chica hablaba en lenguas.—Me excuse.

Me dio escalofríos de tan solo recordarlo.

—Si claro.—Río Manny.—Como decía quiero guardar todo el dinero ahí dentro. Esta viejo y abandonado.—Explicó.

—A tus órdenes, amigo.—Acepto JO, abrazando el cuerpo de Manny.—Luego de eso, ¿Podrías ayudarme con el examen de física?.

—¿Otra vez?.—Bufó. Asintió.
—Esta bien.—Mascullo.

—¿Como ha estado tu mamá, JO?.—Le pregunte recostandome en el césped.

Este dejo de abrazar a Manny, rasco la parte detrás de su oreja.

—En estado de negación, ya sabes piensa dejar que el cáncer le gane la batalla.—Intento sonreír.

JO era un chico que siempre intentaba esconder sus sentimientos detrás de idioteces y sonrisa, pero luego de tanto años lo habíamos aprendido a conocer tan bien que sabíamos cuando estaba jodido.

—Creo que no es necesario decirte que cuentas con nosotros para todo.—Dijo Manny.

De los tres, Mcqueen era al que se le podía nombrar como el más sensato, responsable e sentimental.

—Además con esa mamá que te dieron.—Añadio en un tono de picardía.

Me reí al ver la cara de molestia de JO. Sinceramente la mamá era toda una milk, joder que mujer más sexy.

—Ya bastardos.—Nos regaños.—Hablan de mi mamá, cerdos.

—Que mejor que tu mejor amigo sea tu padrastro.—Dije con la intención de encabronarlo.

Lo admitía no eramos lo mejores chicos. Eso nunca, habíamos cometidos muchos errores de lo cuales no estábamos orgullosos, nuestra actitudes  de mierdas con los demás no etiquetan como los rechazados del instituto Gennysis, nadie se atrevía acercarse a el club de los bastardos por los esparcidos rumores hacia nosotros y, eso no los podría importar menos.

Nuestra amistad se basaba en confianza,—Y por eso nos acabábamos en puñetazos—lealtad y un apoyo incondicional. No la jodia uno, si no los tres. Nunca creí o he creído que las cosas u relaciones perduran para siempre y la verdad eso no me importaba, —Me aburría con facilidad— pero si de algo estaba seguro, la familia si perdura con el tiempo y los chicos formaban parte de la mía.

—Ahora que lo pienso tranquilamente, fue más fácil de lo que pensé.—Hablo Manny.

De reojo pude salvarme del escupitajo de agua que estaba apunto de lanzarme JO, me senté rápidamente.

EL CLUB DE LOS BASTARDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora