Cuando Alhelí entró por la puerta supo que algo iba mal. Pudo ver a April esperando en el pasillo. Le pregunto sobre Meleria pero esquivo el tema y la ayudo a vestirse con sumo cuidado.
—Toma un vaso de leche, te ayudará a recuperar fuerzas —ofreció su hermana entregándole un vaso—. Le puse vainilla.
Su hermana le sonreía con inocencia pero algo en ella alertaba sus sentidos. Acercó el vaso a su rostro. En efecto, olía a vainilla pero este olor parecía encubrir otro pues el olor era potente.
El aroma de una sustancia desconocida la alertó aún más.
Podía ser medicina para ayudarla pero no tenía ninguna dolencia, dudaba que fuera a envenenarla. Debía tener algo que iba a hacer que se durmiera.
Con un nudo en la garganta, tomó un par de tragos de leche y dejó el vaso en el suelo acostándose otra vez. Alhelí se acercó a ella acariciando su cabello con dulzura.
—Mi niña... No te preocupes; lo hago por tu bien —dijo con un brillo en los ojos.
Elin cerró los ojos para fingir que se quedaba dormida. Había funcionado, su hermana mayor abandonó la habitación y pudo escuchar perfectamente como Alhelí y April hablaban acerca de la familia Durban y de Meleria.
Algo iba muy mal. ¿En verdad iba a perder a su amiga?
Dijeron algo acerca de un tal "Reinicio del Fin" y que la familia Durban desaparecía esa tarde.
Todos le estaban mintiendo y querían evitar que interviniera. Sus hermanas se fueron pues escuchó la puerta principal cerrándose de golpe.
Se paró de la cama con piernas tambaleantes y se metió la mano a la garganta ocasionando que vomitara la leche antes de que le hiciera efecto, sin perder tiempo fue hasta la puerta e intentó abrirla pero fracasó.
—Está bloqueada... —murmuró para si misma—. Huele a Magia, April debió haberla hechizado.
No podía salir a menos que se retirara el hechizo. Pero debía intentarlo.
Se abalanzó contra la puerta golpeándola y pateándola para poder derribarla.
—¡Sain, Sain! —gritaba el nombre de su primo.
Su primo, Sain Arser, siempre visitaba su casa con regularidad e incluso parecía que vivía ahí. Lo necesitaba y rogaba al Fénix por que se encontrara cerca. Sus ojos se cristalizaron pues sabía que el chico probablemente no la escuchaba.
—¡Alfa, alfa, alfa! —empezó a gritar por al alfa de su manada, un hombre que la había aceptado en la manada y era muy amable con ella. Pero nadie respondió—. Padre... Por favor...
Se desplomó en el suelo sollozando en silencio. Era una inútil que no podía ni siquiera abrir una puerta. Las lágrimas empezaron a surcar su rostro y pensó en el amable rostro de su mejor amiga.
Meleria siempre había estado con ella y apoyado en todo, se refugiaba en ella cuando todo parecía ir mal. No podía fallarle ahora.
Pero tal vez les había fallado a todos ya. Tal vez por eso le mentían y no le explicaban la verdad pues era una inútil y una criatura tonta para ellos. Tal vez tenían razón.
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La maldicion del Fénix
FantasyLa antigua ciudad de Damnare está atrapada en una maldicion que impide que sus habitantes puedan salir, cada luna llena los habitantes se convierten en feroces y mortales criaturas. Sus instintos les obligan a asesinarse mutuamente convirtiéndose en...