Pedido por Sempai_1590
Espero te guste
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Pequeños copos de nieve caían lentamente del cielo.
Idia iba caminando desanimado a tu dormitorio, cubriéndose de la pequeña nevada con un paraguas, odiaba el agua y la nieve, ya que podrían apagar las llamas que tenía como cabello.
Al llegar al lugar, te vio afuera del dormitorio debajo de un árbol sin hojas, tenías la mirada en el cielo, y tus manos extendidas para que los pequeños copos de nieve cayeran sobre tus palmas desnudas.
Te veías tan feliz al ver ese frío clima, que con solo verte de esa forma lo puso nervioso.
-B-bu-bu-bue-buenas no- no-noches. - te saludó tartamudeando, y te sorprendiste al verlo en la entrada del dormitorio.
-Buenas noches, Idia-sempai. - le sonreíste y te acercaste a él. - ¿En que puedo ayudarte, sempai? - las pequeñas visitas a tu dormitorio no eran frecuentes, solo tus amigos de primer año y el director venían para que resolvieras algunos problemas o estudiar en grupo.
-T-t-te o-o-ol- olvi- vi-daste d-de t-t-tus pa-pa-pe-peles. - te entregó un pequeño folder, en donde se encontraban algunos papeles que los líderes de dormitorio tenían que llenar.
-¡Oh! los olvide en la última reunión, muchas gracias, sempai. - volviste a sonreír, y él desvió su mirada.
A él le incomodaban las personas felices como Kalim, ya que al vivir en un lugar lúgubre por tanto, se sentía extraño al sentir la calidez del sol al estar en Night Raven College.
Para sorpresa de ambos, el aire empezó a ser más fuerte, y los pequeños copos de nieve crecieron cada vez más, y con el viento, el clima se convirtió en una tormenta de nieve. Te adentraste al dormitorio e invitaste a Idia para que no se quedara afuera, él lo pensó bastante pero acepto el alojamiento en lo que se calmaba esa repentina tormenta.
-¿Quieres un poco de té? - le preguntaste mientras te dirigías a la cocina.
-S-s-sí. - Idia observó la sala del dormitorio en donde te quedabas; la pintura era vieja y se despegaba de la pared, las obras de estaban sin brillos y apenas colgaban por una esquina, los muebles desgastados y rotos, y el techo tenía unos pequeños huecos donde se filtraba el agua, no por nada había recibido el nombre de Ramshackle (Destartalado), lo único bueno de aquel lugar era que la chimenea que brindaba luz y calor en la sala.
Se sorprendió un poco al ver el estado en el cual vivías, y recordó los chismes y rumores sobre ti, quien eras un estudiante que no poseías nada de magia, y que había llegado de un lugar desconocido, del que no podías regresar porque ni el director sabía como hacerlo, y pensó que eras ser desafortunado, pero eso no parecía afectarte, lo cuál provocó un sentimiento de admiración por parte de él.
-Listo. - tu voz hizo que volteara a verte.
Los se sentaron, y quedaron enfrente del otro, colocaste en la pequeña mesa del centro un par de tazas y las serviste con tranquilidad y le ofreciste una a tu mayor, quien la recibió con ambas manos, la bebida estaba bastante caliente, se veía como el humo salía de la taza y tenía un calor bastante agradable cuando entraba en contacto con las manos, tomó un pequeño sorbo y sintió como se calentaba su cuerpo con forme bajaba el té a su estómago, y cuando terminó de beber te observó de nuevo, tu vista daba a una pequeña ventana en donde se podía ver como la tormenta no se iba aún, te veías tranquila y disfrutando de ver el exterior, algo parecido como en el momento en que llegó a tu dormitorio.
-¿Te gusta la nieve? - te preguntó sin tartamudear, ya no se sentía tan nervioso de hablar contigo.
-Supongo. Es la primera vez que veo la nieve. - le diste un sorbo a tu té.
-¿Es tu primer año de vida? - te sorprendiste al escuchar eso, pero sonreíste después, en este mundo la edad era diferente para los seres que lo habitaban.
-No, solo que donde vivía nunca nevaba, y es agradable de verlo por primera vez, aunque me muera de frío. -frotaste tus manos sobre tus brazos antes de volver a ponerlos sobre la taza para que se calentaran de nuevo.
-S-s-sí t-t-tú qui-qui- quieres, po-po-podría s-se-sent-ta-ta-tarme a-a-a t-t-t-tu la-la-lado. - su tartamudeo volvió al hacerte esa propuesta, tenía un poco de pena, pero se armo de valor para decirlo.
-Por supuesto. - te moviste un poco para darle espacio a Idia. - Muchas gracias, Idia-sempai. - le sonreíste, ahora ambos estaban acurrucados, y al estar cerca del pelí azul realmente te ayudaba a no pasar más frío por la baja temperatura.
-N-n-no e-e-es n-n-nad-nada. - estaba muy nervioso, jamás había estado tan cerca de una mujer. -E-e-el frí-frí- frío n-no me-me a-afe-afecta. E-e-es-to-toy a-aco-cos-tum-tum-bra-brado a-a-al frí-frí-frío y-y-y la-la os-os-oscu-ri-ri-dad de-de-del in-in-infra-fra-fra-mu-mu-mundo.
-Inframundo. -te repetiste en voz baja, pero tu mente recordaba algo. -Sabes, acabo de recordar una historia acerca de la creación de las estaciones en donde el inframundo esta involucrado. ¿Quisieras oírla, Idia-sempai? - lo miraste para saber su respuesta.
-Cla-cla-claro. - estaba interesado en lo que le contarías.
-Se dice que la tierra nunca tuvo ni el otoño o la nieve, solo la primavera estaba siempre presente y de ves en cuando había lluvias gracias a la diosa Deméter, la diosa de la cosecha, quién tenía solo una hija llamada Perséfone, la cual amaba muchísimo, sin embargo, hubo un día en la que Perséfone fue vista por el hermano mayor de Deméter, Hades, quien al verla se enamoró a primera vista de ella y sin pensarlo dos veces, le pidió que fue con él al inframundo. Perséfone aceptó, ya que también le llamó la atención aquél ser, y ambos se fueron sin que Deméter se diera cuenta de la ausencia de su hija.
La madre buscó desesperadamente a su hija por todos los rincones del mundo, aunque no pudo encontrarla, y eso hizo que se deprimiera, eso provocó que la primavera se acabara y las plantas se marchitaran con el pasó del tiempo, algo que no le agradaba a Zeus, pues los seres que había creado y amaba bastante morirían sino había plantas que comer, y decidió hablar con Deméter para que volviera la primavera, pero ella le respondió que no lo haría hasta que su amada hija estuviera junto con ella de nuevo. Entonces Zeus tuvo que buscarla también, ya que también era su hija y descubrió que estaba en el inframundo con su Hermano Hades.
Zeus habló con Hades, pero el se negó a dejar ir a su amada, quién también lo amaba, y como tanto la madre como la pareja se negaban a dejar a Perséfone, Zeus les hizo el acuerdo de que la joven Perséfone se quedaría los primeros seis meses del año con su madre, quien la recibiría con la hermosa primavera, y los últimos seis meses la pasaría en el inframundo con su amado Hades, sin embargo, eso provocaría que su madre se pusiera triste y que tanto el otoño como el invierno regresaran por esos meses.
Cuando terminaste de hablar miraste la cara de Idia, y te sorprendiste al ver que estaba llorando.
Con la manga de suéter limpiaste las lágrimas de tu superior, y lo abrazaste con delicadeza. -Sempai, yo no quería hacerte sentir mal.
-N-n-no e-e-es e-e-so-so. - se tomó un tiempo para tranquilizarse -Es solo que no pensé que el señor Hades fuera feliz. Siempre creí que la mala fortuna estaba de nuestro lado, pero ahora creo que si hay posibilidad de sea feliz.
-Por supuesto, Idia- sempai. No siempre, pero todos podemos llegar a ser felices, y es hermoso disfrutar de eso. - la sonrisa que diste al final de tus palabras, hicieron que Idia sintiera una extraña sensación de calidez por primera vez, y aunque no sabía muy bien porque era, no te dijo nada para no preocuparte.
Y las horas pasaron en esa fría noche donde la tormenta nunca paro, pero eso no les preocupó, ya que siguieron platicando, conociéndose mejor con forme la conversación avanzaba, hasta que sin darse cuenta ambos terminaron dormidos juntos; tú recargada en el hombro de tu superior y el sobre tu cabeza, tapados por una manta que no dejaba salir el calor de sus cuerpos.