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El dolor en su espalda fue lo primero que sintió, su cuerpo le castigaba el dormir en esa posición tan incomoda, mejor no hablamos sobre la insensibilidad en su trasero. Invocó un tempus sin varita y se sintió orgulloso de su avance en ese tipo de magia, que Herms le había obligado a aprender le había servido.

Eran las 6:00 cuando se despertó, y el ser tan temprano no evitó que Malfoy se levantará primero, ya que la ausencia del rubio faltaba a su lado.

El rubio había decidido quedarse leyendo en uno de lo sillones en el salón. El oji-gris levantó la mirada de su libro para checar de donde había salido el ruido del rechinar del suelo, Harry le miraba con el cabello igual de desordenado que siempre. 

Malfoy le miró y regresó a su lectura sobre magia antigua. - Buenos días. - Harry entrecerró los ojos y buscó sus gafas por el suelo. El pelinegro pensaba seriamente en tomar la poción para la vista.

Draco aguantó la risa, no era mentira que Potter si estaba ciego.

- ¿Cuándo despertaste? - Harry se sentó frente a él, al notar que le había tocado el sillón más grande de todos, decidió recostarse. El frío era considerable y no evito encender la fogata.

Miró a sus amigos todavía dormidos, y decidió aparecer una manta sobre sus cuerpos. 

- Creo que a las 5, no tengo idea. - Harry notó el extraño desorden en el cabello del rubio, esperaba que no se enterará que había sido su culpa el que estuviera así. El rubio se acurrucó en el sillón individual. 

Harry esperaba comenzar una conversación, al menos una mínima pregunta sobre lo de ayer. No le agradaba qué Malfoy siguiera sin prestarle ni una pizca de atención, como si aparecerse acuchillado en la noche fuera lo más normal del mundo.

- ¿Cómo llegaste? - Draco sabía que le preguntaría algo así, desde el momento en el que Potter despertó lo supo. Y aunque había estudiado formas de evitar esa conversación, no tendría sentido hacer algo parecido. El porque había huido de su casa era una nimiedad comparada con la guerra que se avecinaba, y en la que debía estar incluido gracias a que se podía decir que ahora, estaba en el bando de la luz.

Decir la verdad, esa era su mejor opción. 

- Hui de mi casa. - Draco explicó con tranquilidad, como si fuera algo de todos los días.

La cara de Harry era suficiente para saber que ocupaba una explicación más detallada, mejor dicho, Potter quería conocer toda la historia, de principio a fin. Draco suspiró aburrido, era cansado e incomodo hablar de sus problemas con Potter, pero no tenía el lujo de elegir. 

- Que locura ¿Por qué huirías de una mansión donde está toda tu familia? - Draco se tensó ligeramente ante los ojos de Harry. El Gryffindor miró como su pregunta había sido más atrevida de lo que Malfoy hubiera esperado. - Quiero decir... ¡Una mansión!

- Cualquier persona lo haría. 

Harry bufo enojado al no recibir más información, su curiosidad rogaba por sacarle todo la sopa a Draco.

En sexto año odio la falta de atención del rubio, y aunque hubieran pasado meses, el que Draco se enfocará más en un libro que en la plática, le molestaba. - ¿Cualquiera? -  Dijo Harry queriendo avanzar, un poquito de esfuerzo y Malfoy notaría qué ocupaba más.

- Si, Potter. Cualquiera huiría de una mansión sí un mago asesino con cara de Serpiente, estuviera viviendo ahí. - Draco le miró hastiado, y Harry cerró la boca. Ya nadie habló, Draco se permitió recordar que para callar a Potter solo se necesitaba ser directo. 

- ¿Desde cuándo? - O al menos nadie hablo por 13 segundos , en lo que a Harry la valentía le hizo querer saciar su curiosidad. Draco rodó los ojos. El rubio cerró su libro, y eso era lo que Harry quería, ya que una sonrisa apareció por sus labios al ver a Draco desesperarse. 

Alia ViaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora