El libro no era la cosa más impactante que sus ojos hubieran visto, de hecho era relativamente normal, pasando de la portada hasta la caligrafía; pero lo que lo hacía relucir era lo que en el se podía leer, era un libro problemático, te permitía sentir tantas emociones al punto de hacerte dudar si era correcto ser tan expresivo, si era correcto el sentir de más... por otro lado, los sentimientos y pensamientos que ofrecía no eran sobre una alegría abrazante, no mirabas a ese libro con ojos destellantes y una sonrisa en el rostro.
Sino más bien el libro te mantenía con el corazón en un puño. Te enamoraba con las tragedias que en sus versos se alcanzaban a reconocer, el libro era un enigma que al ser resuelto te rompería el corazón. Porque al igual que las personas... ese libro se leía de a poquito.
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Para él nunca fue difícil el adaptarse a las situaciones, constantemente era necesario el cambiar de personalidad en las reuniones de su padre: pasaba desde un niño indefenso hasta un muchacho con apariencia fría y calculadora, y todo para que el negocio saliera como lo esperado. Debía admitir que era difícil aparentar en un lugar en el que ya le conocían, y de la peor manera.
No se esforzaba en aparentar que deseaba conversar con ellos, en lo absoluto. Se mantenía sentado en una esquina, a veces leyendo las explicaciones complicadas de su abuelo, otras veces miraba al techo como si tuviera las respuestas del universo ¿Desde hace cuánto ya que hacía eso? Mirar al techo como si de un amor perdido se tratase, con cierta añoranza de no-se-que.
Estaba quedando mal, al menos en el lado social. Sabía que era extraño el que no hablará, pero es que ya no tenía nada que decir. No sentía ganas de mentir sobre un viaje extraordinario en Alemania que en realidad fueron peleas familiares, la necesidad de parecer perfecto se había largado junto con viejos ideales. De todas formas nadie parecía resentir su falta del habla, a veces Potter parecía querer iniciar una pelea, le sorprendía pensar que ya no se encontraba enojado con él después de lo de su padrino.
En cuánto al relicario... iban de la mejor manera que ellos habían logrado encontrar. Ningún muertito suyo había hablado algo sobre eso, más específicamente como destruir un Horrocrux. A veces se turnaban el relicario, perdón, a veces ellos se turnaban el relicario, nunca se lo daban a Draco por el simple hecho de la desconfianza que habían puesto en el rubio, en la familia del rubio.
Potter solía salir por las noches, miraba a las estrellas de la misma forma en la que él miraba al techo de la habitación, y cuando el creía que nadie lo veía se tomaba la libertad de jugar con rocas sobre el pasto seco. Draco admitía que eso le destrozaba el corazón, porque le recordaba que ellos era únicamente niños, y que deberían estar jugando con piedras sobre el pasto de Hogwarts.
Y Draco lo miraba aparentar seriedad por las mañanas.
Hermione suele tener momentos de soledad, ella paseaba por las mañanas en busca de una respuesta. A veces le llegaban a dar ataques de ansiedad, pero Draco no se sentía con el derecho de preguntar. Ron por otro lado era extraño, se quedaba dentro de la carpa, saliendo raramente, iba al exterior solo cuando era acompañado, se distraía con distintas cosas porque no le gustaba estar solo con sus pensamientos, al menos eso creía Draco.
El rubio se pasaba algunas noches en vela, y a veces no quería pasar por la oscuridad por sí solo. Y en una de esas noches no soporto la soledad, porque se hacía pequeño con cada segundo que pasaba.
Harry dormía con él, ambos separados por una barricada de almohadas para así no tocarse, esa fue idea de Draco la mañana siguiente a la primera noche durmiendo en la misma cama, mañana en la que la nariz de Harry estaba tan cerca de su pecho que le producía cosquillas. Y solo lo hizo por los nervios, no deseaba acostumbrarse a ver una maraña de cabellos azabaches revoltosas cada mañana al despertar, porque eso no ocurriría.
