5 de mayoNatalia siempre había sido una mujer perfecta.
Casi perfecta.
Desde bien pequeña había sido siempre una chica responsable y poco problemática. Sus padres no podían sentirse más orgullosos de aquella gran suerte que les había tocado.
Si bien era cierto que hubo una época en la que la pequeña Natalia se obsesionó por la música y el canto, pronto sus padres consiguieron que se le quitasen aquellas ideas locas de la cabeza.
Natalia siempre tan obediente.
La gente siempre había creído de primeras que aquella joven tenía muchísimo carácter, pero lo cierto, era que no era más que una fachada.
Era un trozo de pan, y se había llevado tantos palos en la vida por serlo, que el único remedio que encontró la pobre en su momento, fue adquirir aquella actitud soberana.
Le costó, pero acabó consiguiendolo.
— Hola mi amor. – Entró su mujer a casa sonriente.
Natalia no pudo evitar mostrarle una sonrisa pequeña.
— Hola Carla, ¿qué tal el día?
— Muy bien, la verdad. – Se acercó al alféizar de la ventana, dónde se encontraba Natalia fumando y dejó un tierno beso en sus labios. — Eso sí, ha hecho un calor de mil demonios. – Se quejó.
— Y que lo digas, estos últimos días he tenido que dejar el aire acondicionado encendido porque en el restaurante de me derretían los clientes. – Rió.
— Uf, yo no sé eh... ¿será el cambio climático? Parece verano. – Se apoyó a su lado.
— Seguramente.
— ¿Y tú? ¿Cómo estás? – Preguntó tras unos segundos de silencio en los que se había dedicado a analizarla.
— Genial, ¿por qué? – Fue incapaz de mirarla.
— No sé, ¿tal vez porque llevas meses viviendo en otro planeta? – Trató de bromear con un asunto que la tenía preocupada desde hacía tiempo.
Natalia la miró durante unos segundos y sintió sus dedos temblar.
Odiaba mentir, pero todavía odiaba más sentirse tan cobarde y tan incapaz como para no decir la verdad.
— Bueno... hemos tenido bastante trabajo y... no sé, he estado muy metida en todo lo que pasaba en el Origen... – Carraspeó frotándose la nuca.
— Y lo entiendo, de verdad. – Apretó su hombro para transmitirle paz. — Pero ya no hacemos nada juntas... y ni hablar del sexo, creo que me he olvidado de cómo se practica. – Trató de sacarle una sonrisa a su mujer, pero no funcionó. — Cariño, ¿estás segura de que estás bien?
— Sí, todo bien. – Le tembló la voz. — Perdóname, estoy estresada y... y de bajón. No sé qué me pasa. – Trató de tranquilizarla al ver que la preocupación crecía en su rostro.
— Pero, ¿Hay algun motivo? ¿Puedo ayudarte? Ya sabes que cualquier cosa la podemos hablar. – Insistió, el corazón de Natalia se estrujó preso de la culpa y del mal estar.
Ojalá tuviera el coraje para hablar las cosas.
— N-no, son tonterías del trabajo. Una mala época supongo...
Natalia sabía que sus temores le estaban llevando a cometer errores descomunales con las personas que más apreciaba.
El daño que estaba provocando a su mujer era demasiado grande para enmendarlo.
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Are u gonna tell her? - Albalia
FanfictionNatalia, gracias a su sudor y esfuerzo tiene uno de los restaurantes más reconocidos de la ciudad. Responsable, seria y meticulosa, siempre ha sabido sobrellevar todos los obstaculos que ese cargo conlleva. Pero hay un obstaculo que se le ha atascad...