VI. Un viejo regalo

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UN VIEJO REGALO







—¿Estás bien? —preguntó Susan, colocándose a su lado.

Alyssa se encogió de hombros y dirigió su mirada a los castores, que iban varios metros por delante. Peter y Lucy iban algo más atrasados que ellas dos.

—Anoche no pude descansar mucho —admitió—. Sueños raros y tal. Nada importante.

—Ya, lo entiendo —comentó Susan, negando con la cabeza—. A mí también me costó dormir.

Alyssa podía imaginar la situación de los hermanos. Ya la había visto en Peter, después de todo. El asunto de Edmund no era agradable para ella, desde luego, pero apenas conocía al chico. Pero, en el caso de los Pevensie, habían perdido a su hermano. Alyssa no querría estar en una situación así nunca.

Además de ello, había llegado a la conclusión de que Susan no soportaba ningún tipo de conflicto. La simple mención de la guerra le hacía estremecerse. No debía de emocionarle la idea de que estuvieran organizando un ejército para ellos.

—Vamos a encontrar a Edmund —le prometió, esbozando una sonrisa que buscaba inspirar confianza—. Y vamos a volver todos juntos a casa del profesor. No te preocupes, Susan. Nada malo va a pasar.

—Confío en que tengas razón —respondió la morena, suspirando—. Es que... Nunca pensé que pasaría algo así por entrar en un armario tonto.

Apretó los labios al decir aquello. Alyssa podía ver claramente el miedo que sentía, pues lo llevaba grabado en el rostro.

—Podemos con ello —aseguró, sosteniendo su mano para transmitirle fuerzas—. Ya verás.

Susan levantó la mirada y la miró a los ojos. Alyssa aún sonreía y, poco a poco, Susan fue esbozando una leve sonrisa.

—Gracias, Alyssa. Siento haberte gritado ayer, cuando fuimos tras Edmund.

—No te preocupes —respondió la castaña—. Ya ni me acordaba. Vamos a solucionar todo esto, ¿vale?

WARRIOR BLOOD | peter pevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora