Oh, ¿enserio? ¿Mi mejor amiga quiere lo que yo rechazo? ¿Desde cuando se volvió tan fácil? Me sorprendo al escuchar su pregunta repetidas veces antes de salir de mi trance.
-Entonces... ¿me lo dejas? -me mira con ojos de súplica.
-Sara, por favor. Ni siquiera lo conoces, no has visto su rostro. ¿Por qué quieres salir con un desconocido? Creí que te gustaba Calum.
-¿Es más guapo que Calum? -me pregunta la refinada chica metiendo papas fritas en su boca.
Dios.
-No lo sé. No me tomé tiempo para examinarlo. -me encojo de hombros restandole importancia. -Iré a mi habitación, devuelveme mi teléfono. -le exijo.
Ella bloquea la pantalla de mi iPhone y lo pone en mi mano derecha. Ruedo los ojos mientras abro la puerta de mi pieza. Dejo entrar aire fresco por la ventana mientras preparo la ducha, espero hasta que el agua se caliente y desprendo la ropa que está sobre mi cuerpo. Antes de entrar pongo algo de música de fondo relajante. Siento el agua tibia inundar mi espalda, cierro los ojos y me dejo llevar. Pienso, medito y disfruto.
Pasan aproximadamente veinte minutos y me decido por salir, ya ha oscurecido y el aire fresco que solía entrar por mi ventana se ha convertido en una enorme ventisca. Camino con paso rápido hasta donde se encuentra la enorme ventana. Intento cerrarla pero mi esfuerzo es en vano, solo tengo un mano libre porque con la otra sostengo la toalla blanca que rodea mi cuerpo. Ignoro el frío viento y tomo algo de ropa para cubrir mi desnudez, cuidando de que de nadie del edificio vecino esté espíando por su ventana. Con ropa puesta y ambas manos logro cerrar la ventana. Cierro las cortinas y pongo luz baja. Cierro mis ojos y me duermo instantáneamente.
Despierto con el perturbador sonido de la alarma a las seis de la mañana. Me levando y la apago. Coloco unas pantunflas de ositos en mis pies y me dirijo al baño. Entro cepillo mis dientes y me doy una ducha rápida. Salgo y me pongo el primer conjunto que encuentro en mi armario. Una camiseta gris sin mangas que dice "Trust no one", unos vaqueros negros pegados y unas vans gastadas del mismo color de la blusa. Recojo mi cabello en una coleta alta dejando el flequillo de un lado. Noto que mi cabello ha crecido bastante desde la última vez que lo teñí. El color rojo caoba se esta cayendo y deja a la vista mi cabello color chocolate. Esta tarde tendré que ir al salón de Jonnathan, luego pensaré que nuevo color me lo teñiré. Delineo los parpados de mis ojos color miel con una raya delgada y aplico varias capas de rímel, después algo de labial rojo y listo.
Tomo mi mochila asegurandome de llevar las llaves, cierro silenciosamente la puerta intentando no despertar a Sara. Logro salir del edificio y me dirijo al estacionamiento a recoger mi auto azul, es un convertible, había sido el regalo de mi padre cuando cumplí dieciocho. Entro en él y me dirijo hasta la universidad, bajo de mi coche y camino apresurada por todo el campus, faltan dos minutos para llegar a la clase del profesor Irwin, la verdad él es muy joven, podría decirse que tiene solo un par de años más que yo y aparte es muy atractivo a mi parecer y el de todas las chicas que están en mi clase. Aunque también es extremadamente estricto. Y si llego tarde tendría que hacer otro maldito ensayo de cinco mil palabras sobre por que no se debe llegar tarde a la clase de Ashton Irwin por tercera vez. Si, sé que tres veces es demasiado, pero es que su clase es los lunes a primera hora y realmente no me agradan los lunes.
Apresuro el paso lo más que puedo pero es totalmente inútil. Ya el profesor Irwin estaba explicando algo que enrealidad me asustó. No tengo ni la menor idea de lo que puedan significar esas palabras absurdamente largas y extrañas escritas en el pizarrón con tinta lavable.
Escucho su garganta carraspear al pasar por la puerta.
-Señorita Gray. -eleva su tono de voz. -espero un ensayo de cinco mil palabras del por qué no debe llegar tarde a mi clase por tercera vez, mañana a primera hora en mi escritorio.
