Epílogo

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Darcy se ubicó entre las mujeres ansiosas y retrocedió hasta el final del grupo cuando ellas comenzaron a gritar emocionadas. Llevó sus manos hacia atrás y las juntó en su espalda en cuanto vio que el ramo nupcial estaba en el aire, acercándose sospechosamente hacia su ubicación. Tanya, que estaba a su lado, estiró el brazo frente a ella y lo atrapó. Darcy sonrió y aplaudió como el resto de las mujeres.

La novia, en su perfecto vestido blanco de corte clásico, se acercó con una sonrisa y abrazó a la afortunada que atrapó el ramo. Los aplausos y felicitaciones fueron cubiertos luego con la canción que la banda comenzó a tocar.

Darcy regresó junto a Edward después de que se tomaron varias fotografías con la novia y Tanya rodeadas de las otras mujeres que pelearon por atrapar el ramo.

―¿Complicidad femenina? ―preguntó Edward en su oído.

La pelirroja se echó a reír.

―Pura justicia ―contestó Darcy―. Ya estoy casada con el hombre más maravilloso del mundo. Me parece que es suficiente con una vez.

Edward sonrió y le rodeó la cintura con un brazo.

―No estaríamos en una boda si Rosalie y Emmett pensaran de esa forma.

―A ellos les queda bien, eso es incuestionable. Nuestro quinto aniversario se acerca. ¿Me dirás al menos a donde iremos? Debo seleccionar la lencería de acuerdo al clima.

―Eso será lo de menos.

La pelirroja lo besó en la barbilla y le rodeó el cuello con los brazos.

―Amor, estoy segura de que puedo hacerlo mucho más interesante si me cuentas.

Edward se rió y la llevó hasta la pista de baile. Él la apoyó en su cuerpo y la rodeó con los brazos para ajustarse al ritmo lento de la canción.

―¿Recuerdas nuestro aniversario del año pasado? Intenté que fuera una sorpresa para ti, pero no lo conseguí porque soñé con la isla que reservé para nosotros dos.

―Aún así salió bien ―contestó Edward y la besó en la frente.

Darcy se echó a reír al conseguir que él dijera eso.

―Ahí lo tienes. Este año también saldrá bien aunque me cuentes antes a dónde iremos. Y sólo para ahorrarnos estas complicaciones, creo que debemos implementar la regla de no dar sorpresas en nuestros aniversarios.

Edward la besó en los labios con suavidad.

―Está bien, cariño. Tú ganas. Alquilé una cabaña en una estación de esquí en Noruega. Estamos al final de la temporada por lo que tendremos privacidad para divertirnos.

―¡Amor, es increíble! ―dijo Darcy emocionada―. Será fabuloso.

Desde que su esposo le había enseñado a esquiar, en Canadá, Darcy no perdía la oportunidad de practicar ese deporte. Sería aún más emocionante pasar las horas de luz solar en la cama con él.

―También tengo un obsequio de aniversario ―agregó Edward.

―¿De qué se trata?

―Decidí invertir en un nuevo negocio. Compré la cafetería junto a la estación de tren a las afueras de Volterra. Eleazar me comentó la semana pasada que vio que el edificio estaba en venta. Me pareció que ese lugar era demasiado importante para dejarlo en manos de alguien más. Lo he mandado reformar y lo he puesto a tu nombre.

Darcy sonrió, más conmovida que nunca. Aquella cafetería siempre sería un símbolo físico de su amor ya que allí se conocieron y también se comprometieron.

―Eres un romántico de corazón, Edward.

Su esposo la hizo girar y la volvió a apretar contra su cuerpo.

―Es sencillo cuando estoy pensando en ti. 

―Espera, Edward. ¿Para qué fue Eleazar a Volterra?

―Lo llamaron para consultarle sobre la idea de establecer algunos vigilantes en cada continente. Parece que las esposas de los Vulturis tomarán el mando y el poder ya no estará centralizado. Tampoco se buscará incluir a más vampiros a la guardia.

―Entonces, ¿está todo bien?

―Sí, cariño. No lo dudes. Planeo mantener mi promesa de mantenerte segura y feliz.

Darcy le rodeó el cuello con los brazos y lo besó con fervor, tomándose tu tiempo para agradecerle haber aparecido en su vida y enseñarle lo que era la felicidad plena.

El cabo suelto de los VULTURIS || Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora