Parte 9

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―Tu nombre ―exigió Darcy al otro neófito.

―Diego.

―Muy bien, Bree y Diego, mi nombre es Darcy. Necesito que piensen en su creadora

―Ella es... ―comenzó a decir Bree, temerosa de que la fueran a lastimar.

―No lo digan, piénsenlo ―aclaró.

Bree y Diego intercambiaron miradas sorprendidas. Edward asintió cuando logró confirmar que había sido Victoria quien los transformó. Rosalie y Carmen se aproximaron entonces, liderando la segunda línea ofensiva.

―Estos dos tienen la mente bastante despejada a pesar de ser neófitos. Les han contado muchas las mentiras ―dijo Edward―. Conocen la ubicación de los otros. Asegúrense de que no escapen. Si lo intentan, ya saben qué hacer.

Rosalie se acercó a sujetar a Bree y Carmen se encargó de Diego. Darcy luego hizo lo suyo. Se deslizó bajo el suelo y los tomó del tobillo a ambos, metiéndolos bajo tierra y aprisionándolos hasta la altura del cuello.

―Ya lo saben, chicos ―les dijo la pelirroja desde arriba una vez que regresó al nivel del suelo―. Si intentan escapar, serán eliminados.

―Sus ojos, ¿por qué los de ellos son dorados? ―preguntó Bree a Darcy todavía desconcertada.

―Ya no nos alimentamos de sangre humana ―contestó Edward―. Obtendrán todas las respuestas que buscan si aguardan. Obedezcan y nadie los lastimará.

Darcy y Edward regresaron hasta el árbol desde donde los dos neófitos estaban observando la pequeña construcción en medio de la pradera. Como lo vio Alice, cuatro siluetas vestidas con capas oscuras se acercaron desde el este a la casa. Avanzaron por la pradera sin hacer sonido alguno, como si tuvieran la habilidad de flotar. Darcy se mantuvo pendiente de la señal de Edward. Si por alguna razón Victoria o los Vulturis lograban darse cuenta de que estaban siendo vigilados, el plan consistía en atacar directamente. En cuanto vieran al de pelo cobrizo adelantarse, el resto lo seguiría.

Entre Eleazar, Jasper y Edward habían formado la estrategia ofensiva y esta había sido ensayada como una coreografía las veces necesarias para adecuarse a la una casa, la ciudad o una calle concurrida. Cada uno había seleccionado su objetivo antes y se había respetado esa elección aunque con ciertas modificaciones. Por ejemplo, Alec debía ser el primero en caer porque era capaz de aturdir a varios a la vez. A regañadientes, Edward había aceptado que a Darcy se le encargara inmovilizarlo para que luego Jasper y Eleazar lo hicieran pedazos. La pelirroja tenía cinco segundos para ocuparse de los brazos de Alec. Por supuesto, sabían que en cuanto alguna parte de su cuerpo se hiciera tangible Demetri reconocería su efluvio. Edward se encargaría de aprovechar su distracción para someterlo y para entonces Darcy ya estaría lidiando con Jane.

Felix debía caer luego, bajo la mano de Emmett. Alice y Carlisle estaban encargados de eliminar a Victoria. Que ella se encontrara en la misma casa que los Vulturis había sido una coincidencia que los beneficiaba. Cuando Edward se dio cuenta de que había otro neófito dentro de la casa, hizo una señal para que Esme también se uniera a la primera línea de ataque.

El resto, entre los que estaban los lobos y las dos rubias de Denali, rodearían la casa para asegurarse de que nadie escapara. Ellos lucharían luego, debían encargarse de los neófitos, que no estaban en ese lugar.

Edward se aproximó a Darcy e inclinó la cabeza. La pelirroja dejó que tocara sus labios suavemente y al apartarse recibió la señal de inicio. Contando los segundos en su cabeza, Darcy avanzó hasta alcanzar la casa. La noche los favorecía ya que no había luces dentro de la casa.

El cabo suelto de los VULTURIS || Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora