Traición

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— No te atreves.

— ¿Cuánto apuestas?

— Todos mis ahorros de cinco años— ambos hermanos se desafiaron con la mirada, uno más serio que otro.

Al final el rubio sonrió arrogante.

— Acepto.

— Angel, no— lo detuvo su hermana mirándolo con preocupación— Si te atrapan estás arrestado por el resto del viaje. Y si papá te descubre...— la joven temió terminar la frase.

— Tranquila Molly— le sonrió tratando de tranquilizarla poniendo su mano sobre el hombre femenino— Éso sólo pasará sí es que me atrapan y es que se entera papá— en cuanto lo dijo, se levantó de un salto de donde estaba sentado y se dirigió disimuladamente hacia la parte superior del barco.

Miró a su alrededor, no había guardias en la cubierta de la tercera clase, él sol estaba en lo más alto y el olor a agua salada estaba por doquier. Disimuladamente miró hacia la cubierta de la primera clase, notando que habían dos marinos conversando entre ellos, cerca del único cercado que separaba a la clase baja de la alta.

Tratando de parecer normal se acercó hacia la escalera y la subió mientras miraba el letrero de la cerca.

AVISO

NO SE PERMITE EL PASO A PASAJEROS DE 3° CLASE.

Éso ya lo sé.

Se posicionó frente a la cerca y trataba de abrirla mientras miraba disimuladamente a los marinos que seguían conversando a unos metros de él. Fue por fin cuando logró abrirla y no pudo dar ni cinco pasos antes de escuchar un grito.

— ¡Hey tú! ¡No puedes estar aquí!— una sonrisa se le escapó de sus labios antes de empezar a correr con todas sus fuerzas— ¡OYE! ¡VUELVE AQUÍ!

No paró ni un segundo. La adrenalina hacía que sus latidos se alborotaran y lo hacía emocionarse, lo bueno de ser alto, es que también tenía las piernas largas, por lo tanto sus zancadas eran más largas que la de los marinos.

De lo rápido que iba, pasaba a chocar con los pasajeros de clase alto que quedaban con la cara larga al ser sido tocados por personas cómo él.

Le importaba una mierda.

Una risa se le escapaba mientras evitaba a los pasajeros son cuidado. Joder ¡Qué libre se sentía! Esperaba que nada detuviera ése momento.

De la nada un tipo salió de una puerta y por la velocidad a la que iba, no pudo evitar chocar contra él. Ambos cayeron de bruces, uno encima del otro, los dos se quejaron en voz alta por el dolor. El joven italiano, aún adolorido, trató de incorporarse y fue entonces que miró bajo suyo. Un hombre de piel morena y cabello oscuro se sobaba con los ojos cerrados la cabeza, por su ropa, evidentemente era de clase alta. Fue entonces que el hombre moreno abrió los.

Ojos castaños y azules chocaron. Ninguno apartó la vista en ningún segundo.

Hasta que el pitido de un silbato se escuchó a lo lejos, provocando el chico de piel clara volviera a la realidad.

— ¡Mierda!— soltó para después incorporarse de un salto y tratar de seguir corriendo, pero se detuvo al ver que a lo lejos se acercaba un grupo de marineros que iban corriendo a su dirección. Retrocedió y miró atrás suyo, los marineros de antes también venían del otro lado. Estaba acorralado— ¡Mierda! ¡Mierda!— dijo entre dientes ésta vez muy asustado tratando de esconderse en el sobresaliente de la puerta más cercana.

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