4.-Secreto

91 5 2
                                    


Continuación de "baño"
—————————————————————
-Narra Ulrich:
3 años habían pasado desde la última vez que la vi. Ella se había sacrificado por todos, para que pudiéramos acabar con X.A.N.A y salvar el mundo, y para ello había entregado su vida.

Para esa ultima misión, todos nos habíamos virtualizado, Aelita y yo en Lyoko y Odd y Yumi en los archivos del superordenador, pero como no, X.A.N.A había sido más listo que nosotros y en vez de mandar a William a Lyoko como todos nos esperábamos, le mandó a la tierra. Sin nadie ahí para ayudarle, Jeremy quedó inconsciente en cuestión de segundos y nosotros quedamos a su merced.

Lo primero que hizo fue desactivar los escáneres y desvirtualizarnos a Aelita y a mi, lo que nos dejó en la frontera, X.A.N.A sabía que eso no nos mataría, pero por una vez, no tenia ese objetivo, sino que pretendía dejarnos para toda la eternidad atrapados en un limbo entre Lyoko y el mundo real, sin poder regresar a ninguno de los dos. No se molesto en atacar a Odd y Yumi, pues sin nosotros ahí para recuperar sus datos en las torres, el superordenador les confundiría con un programa viejo y los eliminaría. Su plan era perfecto, pero mi preciosa Yumi lo era más. No tengo muy claro cómo lo hizo, porque ni siquiera Odd, que iba con ella lo vio bien, pero de alguna forma consiguió eliminar los datos de X.A.N.A del superordenador y acabó con el definitivamente, sin embargo ella sabía que Odd y ella no lo contarían a no ser que uno de los dos se sacrificara, por lo que tomó la decisión de salvar a mi amigo y lo desvirtualizó antes de que el otro tuviera tiempo de entender la situación. Cuando Jeremy despertó reactivó los escáneres y volvimos todos a casa. Todos menos Yumi

Ni que decir tiene que estuvimos meses intentando recuperarla, pero por más que lo intentamos, no pudimos encontrar a Yumi, el superordenador la había borrado de la faz de la tierra, como si nunca hubiera existido.

Lo más duro fue avisar a su familia, aún recuerdo el dolor de Hiroki cuando se me echó en brazos llorando por la desaparición de su hermana. Evidentemente no les dijimos la verdad, pero necesitábamos una excusa buena para justificar lo que había pasado. Los otros querían inventarse alguna muerte creíble y materializar un espectro polimórfico para asemejar su cadaver, pero por algún motivo me negué. Sabía que había muerto pero no podía asimilarlo, así que les convencí de fingir un secuestro. Aunque al principio se negaron acabaron cediendo, creo que en el fondo ninguno podíamos aceptar que Yumi se había ido. Con las habilidades de Jeremy, conseguimos seguir adelante con la idea del secuestro, simulando que había sido algún psicópata el que se la había llevado. Por supuesto, nunca la encontraron.

Para mi sorpresa, mi mayor apoyo desde ese día no fue Odd ni Jeremy, ni siquiera Aelita, sino que fue William. Empezamos a hablar y nos dimos cuenta de que entendíamos perfectamente el dolor del otro. A fin de cuentas, los dos habíamos perdido a la persona que amábamos. Nuestra confianza creció tanto que de pronto nos encontramos compartiendo un secreto, uno que a día de hoy nadie más del grupo sabe.

Cuando nos decidimos a apagar el superordenador meses después de la última batalla, me dejaron a mi los honores, porque sabían que yo era el que más había perdido en esta lucha, y aquí pusimos en marcha nuestro plan William y yo.

Cuando me acerque a la palanca, William mantuvo a los otros a una buena distancia de mi con la excusa de que necesitaba un momento a solas para despedirme, lo cual era cierto en parte, y además consiguió que los demás se fueran antes que yo. ¿Nuestro secreto? Nunca llegamos a apagar el superordenador, llevamos los tres últimos años investigando cómo funciona la computación cuántica, y más concretamente este ordenador cuántico para traer a Yumi de vuelta. Posiblemente con la ayuda de Jeremy habríamos acabado antes, pero no nos atrevíamos a contárselo por miedo a que no nos dejara continuar con nuestro plan y nos hiciera apagar el superordenador, y eso estábamos seguros de que condenaría definitivamente a Yumi.

Hoy por fin es el día que la traeremos de vuelta. Hay muchas cosas que pueden salir mal, por ejemplo, podría perder su memoria, regresar solo un caparazón vacía, sin su mente o peor aún, podría no volver en absoluto y nos quedaríamos sin nuestra única oportunidad para recuperarla, pero es un riesgo que estamos dispuestos a asumir. Ahora mismo me encuentro solo en la fábrica, William está con el resto para contarles todo lo que hemos hecho estos último 3 años. Da igual el resultado, hoy daremos a conocer nuestro secreto al resto del grupo.

No tenía sentido retrasarlo más, así que ejecuté el programa. Nunca he sido buen estudiante, pero la motivación que he tenido ha hecho que aprenda los secretos de la computación cuántica en tiempo récord. Posiblemente Einstein siga manejando el superordenador mejor que yo, pero él nunca se centró en rebuscar entre los archivos, mientras que yo no he hecho otra cosa. Así fue como descubrí que había un programa que podía recuperar ciertos datos borrados. Esa fue la parte fácil, lo difícil fue encontrar a Yumi y todos sus datos: cuerpo, memoria, ADN, etc, y aún fue más difícil averiguar cómo unirlo todo en la materialización, pero por fin lo habíamos conseguido, o eso esperábamos.

Tras ejecutar el programa me dirigí a la sala de los escáneres. Estos trastos llevaban mucho sin ser usados, pero Hopper fue un científico impresionante, así que tenía fe ciega en sus inventos.

Pasaron varios minutos sin que ocurriera nada, pero no iba a perder la fe en Yumi, en nosotros, tan fácilmente.

De pronto los escáneres empezaron a hacer su característico ruido y tras un par de minutos las puertas se abrieron.

Tembloroso me acerqué, y ahí estaba, tan guapa como siempre, para ella estos 3 años no habían pasado, pero tenía un aspecto fatigado, como si no hubiera dejado de luchar en todo este tiempo, y tal vez así había sido. Yo aún tembloroso y con lágrimas en los ojos la miré cautivado y le tendí mi mano. Ella tan solo me miro algo desorientada y dijo:

-¿Ulrich?

No pude aguantar más, la estreché entre mis brazos y enterré la cara en su suave cabello. Con la voz algo entrecortada por los sollozos le rogué:
-Nunca más vuelvas a dejarme.

Ella se limitó a corresponder a mi abrazo, también llorando y me susurró:
-Te lo juro.

25 momentos Ulrich y YumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora