Capitulo 1: Sesshomaru encuentra un portal del tiempo

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Su olfato no lo engañaba, había algo sospechoso desde que finalmente Naraku desapareció. Se había marchado de aquella aldea donde había dejado a Rin bajo los cuidados de la anciana Kaede, al igual que a Ah Un en caso de cualquier inconveniente. Sólo lo acompañaba su leal sirviente Jacken.
-¿Qué pasa, amo bonito?- murmuro ligeramente el pequeño demonio a su lado, mirando preocupado el semblante serio y consternado de Sesshomaru, pero no recibió respuesta alguna. Sesshomaru siguió avanzando por el sendero escarpado y montañoso, de pronto, notó algo; algo brillaba al fondo de aquel acantilado, no lo pensó dos veces y siguió la luz.

-¡Espere, amo bonito! – gritó Jacken, mientras lo seguía sin resultados; Sesshomaru parecía haber sido absorbido por un extraño y misterioso portal, que dejó a Jacken completamente perplejo.

......
El túnel era largo y asfixiante, pero no tardó demasiado en aterrizar elegantemente en lo que parecía una pequeña biblioteca polvorienta. Los estantes se apilaban dejando estrechos pasillos entre sí, y parecían contener copiosos volúmenes antiguos cubiertos de polvo y algunos de moho.

Se incorporó y empezó a recorrer el lugar, se sentía extraño, ligero y de alguna manera, incompleto, más no le dio demasiadas vueltas al asunto.

-Espere- susurró algo a sus espaldas, Sesshomaru volteó para percatarse de aquella misma luz que estaba siguiendo hace unos momentos -Tiene que saber un par de aspectos importantes en esta situación – le dijo la voz susurrante, que recordaba a un siseo de serpiente.
-¿Quién eres? – preguntó con calma Sesshomaru.

-Usted mismo se dará cuenta de quien soy en el momento adecuado, ya que esta no es la primera vez que nos encontramos; tenga presente que no soy un enemigo suyo, le colaboraré en esta nueva situación.

-¿Tú me trajiste hasta aquí? – preguntó Sesshomaru a aquella voz misteriosa.

-Sí y no – le contestó susurrando – no soy más que otra victima de estas circunstancias, esto no es más que una paradoja espacio temporal que nos ocurrió a ambos, no nos queda más que colaborar para salir de esta situación. Usted sólo vio esta desdichada alma intentando volver a su época, y de manera accidental se vio involucrado.

-... - Sesshomaru guardó silencio y observó a su alrededor buscando pistas, sin resultados, hasta que se dio cuenta que sus manos no eran las de un demonio - ¿Qué significa esto? – dijo imperturbablemente intentando ocultar con mucho éxito su perplejidad.

-¿No se lo he dicho? Esta no es nuestra época, aquí ya casi no hay demonios – la luz iba a continuar su explicación hasta que una voz femenina interrumpió el lugar.

-¡Sochitara! ¡¿Dónde estás?! – unos pasos se aproximaban al lugar dónde él se encontraba; la luz se disolvió dejando caer lo que parecía ser un reloj de bolsillo – Le ayudaré, lleve este reloj con usted, le estaré ayudando desde este objeto – Sesshomaru lo recogió.
-Con que eres un ser sin un cuerpo propio – murmuró mientras recogía la baratija del suelo polvoriento. La puerta se abrió revelando la presencia de una mujer de unos cuarenta y tantos años.

-¿Sochitara, te encuentras bien? Me tenías preocupada, caminaste dormido hasta acá – Sesshomaru la miró perplejo, aun no daba crédito de que se estuvieran dirigiendo a él de esa forma; sin embargo, decidió guardar silencio y seguir a esa mujer para obtener más pistas de esta nueva situación. Al parecer estaban en una suerte de sótano, subieron las escaleras hasta la sala principal; parecía ser una casa de mediano tamaño; la mujer llevó a Sesshomaru a la cocina e indicó que se sentará en el comedor de diario para servirle un té de hierbas.

-¿No te ha dolido de nuevo la cabeza? – le preguntó dicha mujer mientras ponía enfrente de él aquel té caliente. Disimuladamente miró aquel reloj de bolsillo, pero no encontró pistas.

-¿Qué sucede, hijo? puedes confiar en tu madre – Todo le parecía demasiado delirante, pero ¿podía fingir? Tenía que encontrar respuestas. – Quizá necesites descansar – le dijo aquella mujer – Te llevaré a tu habitación – Dijo ante el silencio de aquel joven que parecía rehusarse a beber aquella taza de té.

Nuevamente subió esas escaleras hasta una habitación amplia con un gran ventanal, había una cama, un estante con libros, un escritorio, variados artículos y un espejo sencillo pegado a la puerta de un armario. Sesshomaru ingresó lentamente – Será mejor que descanses, mañana tienes que volver a la escuela – dijo antes de desaparecer tras la puerta de la habitación y cerrarla tras de sí.

Ante tan extraña situación, se volvió ante el espejo para ver en qué rayos se había convertido; y el espejo reflejó a un joven humano, no muy diferente a su versión Yokai, era bastante similar a lo que solía ser, salvo que su ropa era completamente diferente, llevaba el cabello corto y negro, además de verse ligeramente más bajo. Se sentó en la cama y sacó el reloj de bolsillo.

-Se lo quería advertir desde un principio – le dijo aquella voz en susurros – estamos 500 años en el futuro, y posiblemente usted haya recordado su vida pasada como demonio, le recomiendo adaptarse a esta nueva situación mientras abrimos otro portal para volver. Mañana iremos a la escuela, le recomiendo guardar discreción porque hay otro demonio detrás de estos eventos; intente que nadie se percate que usted está en esta época. Sesshomaru, guardó silencio, no le gustaba la idea de que un desconocido lo viera perplejo y vulnerable ante una situación completamente desconocida, además de que no contaba con ninguna de sus viejas armas. Esa noche le costó conciliar el sueño, pero decidió hacer caso de las instrucciones del reloj para empezar y desde ahí discretamente investigar.

Paradojas del espacio tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora