Capítulo 9: Espada de almas

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Desde lo ocurrido en el Parque de Diversiones, Inuyasha comenzó a cambiar un poco su actitud molesta y resentida hacia Sochitara/ Sesshomaru, sin embargo, no había dejado de ser el mismo chico impulsivo y temperamental de siempre. Por lo que apenas llegó donde se encontraban Kagome y Sochitara/ Sesshomaru no les dejó tiempo para protestar y los cargó a ambos y sus cosas contra su voluntad (sus cosas: ambas bicicletas y sus mochilas), llevándolos en su espalda cual saco de papas. Sochitara/ Sesshomaru iba con cara de circunstancias, mientras Kagome hacia esfuerzos sobre humanos para contener sus carcajadas ante la situación y la expresión de su actual compañero de estudios.

Una vez llegaron y descendieron de Inuyasha, Sochitara/Sesshomaru le espetó un fuerte golpe en su cabeza.

-¡Pero qué te pasa! – protestó Inuyasha, ya con un evidente chichón entre sus orejas de perro.

-No hace falta que te explique – le respondió con frialdad Sochitara/ Sesshomaru.

-¡Maldito ingrato! – resopló Inuyasha, quien iba a seguir protestando de no ser por la interrupción de Kagome, quien hizo mención a que necesitaba ir por su mochila de viajes y algunas cosas para el camino. Sochitara/ Sesshomaru, se sintió aliviado por considerar llevar todos los implementos que había conseguido en el Laboratorio de Electrónica, y que posteriormente utilizaría, en su mochila; sin embargo, consideró descargar su mochila de sus libros y cuadernos de la escuela, Kagome se los recibió y los llevó consigo a casa. – ¡No tardes! – le espetó Inuyasha a Kagome mientras iba por sus cosas.

Ambos se quedaron esperando junto al pozo de los huesos.

-Oye, Sochitara – empezó de pronto a hablar Inuyasha - ¿Cómo llevas esto de ser un ser humano? – le preguntó pensativo.

-¿Acaso estas ciego? – le respondió con un poco de mal humor, aun no superaba el haber sido cargado contra su voluntad – Sólo estoy actuando dentro de las posibilidades que tengo a mi alcance – finalizó sin darle demasiada importancia. Inuyasha quien estaba sentado en el suelo, miraba muy reflexivamente a aquel joven que era la reencarnación de su medio hermano.

-¿Y no has pensado que el ser una reencarnación, signifique que hayas muerto? – preguntó muy seriamente Inuyasha dedicándole una mirada significativa y preocupada.

-Si, lo he pensado – le respondió mirando a la nada – aunque, me parece curioso todos los esfuerzos que está dedicando ese demonio a un supuesto muerto – dijo de manera irónica.

-Si, tienes razón – le respondió Inuyasha aun serio, pero con una ligera sonrisa.

-¡Perdón la tardanza! – irrumpió Kagome con una gran mochila a cuestas. Ninguno cuestionó el exceso de equipaje de la muchacha y los tres (además de Reloj Totosai, quien estaba bien guardado en el enorme equipaje de Kagome) se lanzaron al pozo de los huesos para llegar a la época del Japón antiguo.

...

Una vez llegados al Sengoku, Shippo, quien estaba aguardando junto al pozo, recibió efusivamente a Kagome.

-¡Kagomeee! – dijo el pequeño Kitsune lanzándose a los brazos de su amiga.

-¿Cómo estás, Shippo? – Le preguntó Kagome a la pequeña criatura mientras le acariciaba sus cabellos – Te traje tus encargos – le dijo amorosamente, mientras lo bajaba y descargaba su enorme mochila.

-Señorita Kagome, vayamos a la aldea – le dijo el monje a modo de saludo, montado en Kirara – Hay algo que la anciana Kaede quiere informarle – le dijo mientras tomaba su enorme equipaje por ella, y la instaba a subir en el enorme gato junto con Shippo. Para consternación de Sochitara/ Sesshomaru, nuevamente fue cargado por Inuyasha en contra de su voluntad.

Paradojas del espacio tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora