Capítulo 4: Sesshomaru es descubierto

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-Te agradecería, si no dijeras quien soy a los demás – Dijo Sochitara/Sesshomaru a una Kagome aun perpleja – En esta época tengo muchos enemigos, nos expondría innecesariamente sí se sabe públicamente que soy un humano.

-Entiendo – dijo Kagome, las preguntas se arremolinaban en su mente; sin embargo, cuando estaba a punto de decir algo, un extraño bombardeo de pequeños cristales apareció desde un punto impreciso al tiempo que Sochitara/ Sesshomaru gritaba "¡Al suelo!". La lluvia de cristales se desvaneció e hizo la aparición de algo aún más extraño, daba la impresión de que hubiese vuelto su antiguo aspecto, pero no era real.

-¿Qué es eso? – Preguntó Kagome – parece... un holograma– murmuró por lo bajo.

-Es una ilusión – murmuró Sochitara/ Sesshomaru viendo en si mismo su antiguo aspecto como mero engaño de luces.

-Tenga cuidado, aquel demonio lo quiere ver muerto, ya que usted representa una de sus mayores amenazas – dijo Reloj cuidadosamente. Ante el ruido que había junto al pozo y atraído por el aroma de Kagome, aparece Inuyasha, algo confundido al ver a su medio hermano junto con Kagome y sin poder percibir ningún aroma suyo.

-¡¡¡Sesshomaruuu!!! – gritó Inuyasha - ¿Qué significa esto? ¿Vienes a pelear? – dijo esto mientras desenvainaba a Colmillo de Acero, algo dubitativo, porque sólo olía a humano.

-¡No es lo que tú crees, Inuyasha! – gritó Kagome, algo confundida, pues no estaba habituada a la presencia de Sesshomaru, además de que desconocía completamente sus intenciones. En ese momento llega Sango, el monje Miroku y Shippo volando sobre Kirara.

-¿Está usted bien, señorita Kagome?- preguntó el monje Miroku desde los aires.

-¡Siii! – le gritó Kagome, mientras Sesshomaru se llevaba una mano a la sien completamente consternado, ante el nivel de escándalo que se estaba formando en frente suyo, al tiempo de que intentaba buscar la fuente de esa ilusión óptica. No tardó tanto en buscarla, porque bastó con sostener a Reloj para darse cuenta de un artilugio diminuto en la tapa, muy parecido a aquellos con los que trabajaban esos estudiantes y ese chico Yamahika en el Laboratorio de Electrónica de la escuela.

-Kagome – dijo sin ninguna formalidad Sesshomaru - ¿Tienes alguna de tus flechas? – preguntó, y Kagome negó con la cabeza, ante la prisa no había traído nada consigo a la época del Sengoku. Sesshomaru buscó con la mirada y lo primero que divisó fue una piedra.

-¡Maldito, Sesshomaru, me estás ignorando! – gritó Inuyasha aproximándose con su espada, a lo que Sesshomaru no tuvo más remedio que golpearlo en la cara.

-Siempre tan impertinente, Inuyasha – le espetó molesto, mientras recogía una piedra con la que golpear la tapa de Reloj, logrando así partir aquel artilugio y con ello la ilusión. Sesshomaru estaba abatido, aunque disimulaba con bastante éxito aquella emoción perturbadora; lo último que deseaba era ser descubierto; lo único que tenía en claro es que no podía dudar en momentos como este.

-Sesshomaru, pero ... ¿Qué rayos te pasó? – Inuyasha no daba crédito a lo que veían sus ojos y no sabía cómo reaccionar, transcurrieron unos pocos minutos de silencio incómodo hasta que Inuyasha comenzó a reír frenéticamente – Qué ironía, debe sentirse fatal en ti esto, Sesshomaru – dijo Inuyasha en broma mezclado con un tanto de resentimiento; Sochitara/ Sesshomaru recogió aquel artilugio y lo guardó en el bolsillo de la chaqueta del uniforme de la escuela, se puso de pie y lo enfrentó (a veces su orgullo era más importante que su sentido común).

-Aun siendo un simple humano puedo vencerte, Inuyasha – dijo desafiante, mientras se adelantaba rápidamente con una veloz técnica de manos aprendida en Aikido, consiguió que Inuyasha soltara su espada; una efectiva llave de judo sumado a su rabia, terminó por dislocar el brazo del joven Hanyo.

Paradojas del espacio tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora