Capítulo 9.

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Algunas veces, Jungkook se sentía bastante solo.
Y evidentemente no se trataba de una falta de personas o de amor en su vida, porque tenía buenos amigos, a su madre que lo adoraba a muerte, a los profesores que constantemente lo vanagloriaban, esa larga fila de chicas y chicos que por alguna razón estaban locos por él, y una meta, una clara meta en su vida; convertirse en el mejor abogado de toda Corea del Sur. Le demostraría a su padre dónde sea qué estuviese que había sido un error abandonarlo a él y a su madre a los 6 años. Lo haría sentir miserable y patético por no darle la oportunidad de hacerlo sentir orgulloso. Él era un buen hijo, se portaba bien, hacía sus deberes, se esforzaba, era cariñoso... Pero nada había sido suficiente para el señor Jeon, nada hizo que se quedara ni que los llevara consigo cuando huyó de Corea con su abuelo, tía y nueva familia a Europa.
Su padre sabría de él, por los noticiarios, los periódicos, las revistas, y colegas. El nombre de Jeon Jungkook resonaria en Corea y el mundo. Y entonces su padre, sabría que se equivocó, y él personalmente se encargaría de destruirlo.
Así que la atención, propósitos y el cariño claramente no escaseaban en su vida, pero por alguna razón, constantemente tenía ese extraño sentimiento de insatisfacción e incomprensión que no lograba explicar.

Lo despertaron las caricias en su cabeza, soltando un ronroneo gustoso ante los mimos. Entonces se incorporó, encontrándose con un Taehyung semi dormido y por lo tanto en su usual transe del sueño, acariciando sus cabellos con parsimonia, se dejó hacer, sin quejas ni reclamos, porque igual Kim no lo recordaría y el tacto contrario era muy placentero.

—Me encanta tú cabello, hyung. — balbuceó el castaño.

Oh, no.

Sabía perfectamente qué ese "Hyung" no era para él, no en ese tono y mucho menos viniendo de Taehyung, eso nunca sería para él.

Un sentimiento extraño lo embargó, un revoloteo y malestar en su estómago. ¿Gastritis? ¿Sería posible que las tantas advertencias de su madre se hicieron realidad? No, no podía ser eso. Era algo más.

Se removió inquieto, teniendo una buena vista del castaño. Pacífico, y tan tranquilo. No quería hacerle daño, no quería hacerle daño a nadie, él no quería ser como su padre. Jungkook sabía que pese a su irritante y fuerte personalidad el menor no merecía ser lastimado colateralmente debido a sus planes. De verdad rogaba que Taehyung no se enamorara de él.

—Prometo hacer todo lo posible para no lastimarte, Tae — musitó en un susurro inaudible acariciando la mejilla contraría.

Kim hizo un pucherito al parecer en respuesta a su tacto, diciendo entre sueños — No, hyung, no insistas. No te dejaré darme por la cola, otra vez. Me duele. — soltó en un berrinche y Jungkook abrió los ojos como platos, alarmado.

¡¿Qué está soñando exactamente este mocoso?! ¡¿Cómo es eso de que le dan por la cola?!

Sin previo aviso, unas imágenes indecorosas pasaron por su mente y supo que era momento de espabilarse y levantarse. Con cuidado de no despertar a Taehyung, se colocó una sudadera y tomó su celular comprobando que eran pasadas las siete de la mañana.

Se cepilló los dientes y lavó la cara rápidamente, bajando en puntitas. Tomando un banano de la nevera salió de la casa, yendo directo al gimnasio. Nada mejor para el cuerpo y la mente que una buena sesión exhaustiva de cardio y boxeo. Habían algunas máquinas de ejercicio en su casa, pero necesitaba salir a despejar sus pensamientos de su padre y de la abrumadora presencia de Kim Taehyung.


[***]


—Mamá, vamos a estudiar, por favor no nos molestes.

Había pasado una semana desde que Taehyung había ido por última vez a casa del mayor.

The Only One [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora