Wooyoung iba caminando. La noche era densa y calurosa. Al parecer iba a llover, no se veían las estrellas. Llevaba traje y pantalón gris, una camisa blanca, la hebilla del cinturón negro reflejaba las bombillas amarillas de la calzada. Los zapatos también negros. Era un chico delgado. Los músculos marcados, como quien ha ido al gimnasio y lo ha dejado hace mucho tiempo ya. Estatura media. Los hombros anchos. Sus brazos eran bien proporcionados. Siempre hacia lagartijas antes de ducharse. Hacía como diez años que era cristiano. Sus padres se convirtieron primero y después él. Llevaba dos libros en una mano, uno pequeño y uno más grueso. Iba tarareando alguna canción que no sabía del todo. Se detuvo en un edificio de varios niveles y llamó al timbre del apartamento 8C.
–Hola, buenas noches –respondió una voz de mujer mayor del otro lado del interfono. Era Sunmi la madre de San.
–Buenas noches sunmi, soy woo, ¿se encuentra San? –Preguntó con voz masculina, segura y calmada mientras sonreía. Dicen que se nota al hablar por teléfono o interfono en este caso.
–Hola woo, espera un momento por favor. –respondió la voz y se escuchó cuando se cerró el interfono.
–Hola wooyoung–respondió San –puedes subir y esperarme si quieres –y se cortó la voz y a continuación se escuchó un chirrido indicativo de que la puerta podía ser abierta.
wooyoung empujó la puerta y se dirigió hacia el ascensor, pulsó el botón del cuarto piso y miró sus zapatos como esperando verse reflejado en el pulcro lustrado.
San y wooyoung se habían reencontrado hacía solo 2 semanas. Cuando tenían entre siete y doce años habían sido vecinos, compañeros de escuela y mejores amigos. Fueron muchas las veces que jugaron a ser superhéroes, a las luchas, a los carritos e hicieron miles de travesuras. Luego los padres de San se separaron y él terminó viviendo en la capital con su padre quien había muerto hacía un año atrás. San acababa de venir de la capital a pasar unos días con su madre. Vivía y estudiaba medicina en aquella gran ciudad. Sus días se iban entre clases, libros de anatomía, trabajo, gimnasio y juegos de video. Eran tantas las horas que estaba en el gimnasio que su cuerpo se había convertido en un monumento griego. Sus músculos eran grandes, marcados y llenos de fibras. Durante la adolescencia había jugado baloncesto. La piel, de un solo tono caoba, tostada por el sol de aquellos días persistía hasta hoy. El niño flaquito que siempre salía llorando cuando se caía o cuando bromeaban sobre su altura, que recordaba wooyoung , ahora era un hombre alto de 24 años, pero sus ojos grandes, húmedos y expresivos de aquellos días seguían allí.
Cuando se vieron por primera vez dos semanas atrás no se reconocieron de inmediato, pero había algo que les parecía familiar. Fue hasta que intervino Sunmi y le aclaró a ambos quién era el otro que recordaron. Luego todo fueron abrazos. La amistad dormida de la infancia se despertó y fue como reiniciar una película que se había quedado en pausa hacía más de 20 años atrás.
Las cosas habían cambiado mucho. La pequeña ciudad era otra, totalmente distinta. Las casas se habían convertido en edificios y donde había pequeños negocios ahora había grandes almacenes y centros comerciales. Los viejos que les gritaban por las travesuras ya no estaban y sus hijos y nietos, que eran sus amigos en aquel ahora lejano pasado, se habían ido mudando a otras ciudades y a otros países.
El ascensor terminó su camino y se abrieron las puertas wooyoung recorrió el corto corredor frontal hasta el apartamento y llamó a la puerta.
–Hola nuevamente wooyoung –dijo Sunmi mientras abría la puerta, –Pasa y siéntate.
–Hola Sunmi–respondió wooyoung y se saludaron con un beso en la mejilla
–San está terminando de cambiarse. –Continuó Sunmi–Yo los dejo, tengo que ir a visitar a la sra. Young mi que está muy enferma. Estás en tu casa.
–Gracias sra.sunmi , vaya con cuidado. Tenga buenas noches –La despidió con una sonrisa.
–¡Ya me voy San! –Gritó Sunmi mientras cerraba la puerta.
–Está bien mamá, ve con cuidado –La voz de San se hizo más fuerte conforme aparecía en el pasillo. Venía saliendo de su habitación. El traje negro y la camisa azul no eran capaces de disimular su esculpido cuerpo. Se detuvo frente al espejo de la repisa del pasillo de espaldas a wooyoung y se ajustaba una corbata azul brillante. –Hola woonie , deja terminar de anudarme la corbata y ya nos vamos –dijo esto sin voltear.
–Toma tu tiempo, no te preocupes, es bastante temprano aún. –dijo wooyoung entretenido en las decoraciones de la casa. Nunca antes había entrado en aquel apartamento. La decoración estaba conformada por piezas antiguas. Muchas memorias de su infancia le vinieron a la cabeza. Las paredes estaban pintadas de un color crema casi amarillo. Del techo pendía un candelabro con cuentas que recordaba haber visto en la antigua casa de San, como a tres cuadras de aquel lugar. Recordaba el cuadro de una mujer de espaldas en un valle lleno de flores que le quedaba en frente. Un viejo reloj con una mariposa en la aguja segundera y la repisa donde San se terminaba de ajustar la corbata era una antigua máquina de coser mecánica que recordaba perfectamente haber visto a Sunmi usar.
–Esta casa es como volver en el tiempo. –comentó como para sí mismo pero en voz alta.
–Mi madre no logra desprenderse de las cosas nunca. Puedes creer que este traje era de mi padre. Es tan viejo que hasta ha vuelto a estar a la moda. –Respondió San, y se reunió con wooyoung tendiéndole la mano.
–Te queda muy bien –respondió y sostuvo la mano de San estrechándola con firmeza. –Linda corbata ¿También era de tu padre?
–No, ésta la compré hoy en el almacén que está donde estaba mi casa ,Estuve explorando todo el barrio. Recordando –dijo con un dejo de nostalgia que se podía sentir en su voz.
–Fueron unos años muy felices esos. –repuso wooyoung .
– ¿Estos no lo son? –preguntó San.
–Sí, claro que sí –contestó rápido el otro, como quien se excusa –Pero no puedo negar que extraño vivir sin preocupaciones , Ahora voy a casarme y las responsabilidades siguen creciendo.
–Está casándote porque amas a esa chica ¿no? –y la pregunta fue a caer en un silencio.
–Sí, claro que la amo. Tenemos dos años de relación y sun hee es una mujer maravillosa además de muy hermosa. Es solo que de repente me doy cuenta de todo lo que esto representa. –decía aquello como tratando de convencerse de que estaba tomando una buena decisión, con los ojos mirando al vacío.
–Tu tranquilo, tu cómplice de travesuras ya está aquí y te ayudaré en lo que haga falta, no estás solo. Si alguna vez necesitas mi ayuda no necesitas más que pedirlo. –San le tocó el hombro. Aquella respuesta de San, le llenó de felicidad y le cambió el semblante que le había caído un poco.
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𝚙ă𝚌𝚊𝚝 ✞ - Woosan
Random꒰ ͜͡➸ 𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒎𝒂𝒏𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒆𝒔 𝒄𝒂𝒆𝒓 𝒆𝒏 𝒆𝒍𝒍𝒂, 𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒐𝒄𝒂𝒔𝒊𝒐́𝒏, 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐. 🦋 San x wooyoung, 🔞, 4 capitulos💫 ☁️𝒃𝒊𝒆�...