Tú, que apareciste como la más mínima casualidad, que buscaste mis ojos cuando yo ya hacía tiempo que me había fijado en los tuyos.
Que desprendías toda la calma que mi corazón en tormenta estaba buscando.
Y lo hiciste, sin más.
Que llegaste para poner todo lo que habían trastocado otr@s, en su sitio, sin previo aviso, con esa dulzura tan tuya y tus ganas de comerte el mundo.
Que las casualidades me parecían coincidencias hasta que apareciste tú, haciendo que todo el universo estuviera a nuestro favor.
Que de tanto mirarnos acabamos sabiéndonos de memoria y que de tanto buscarte entre la gente acabé encontrándome con tu boca, con esa risa que tanto me provoca y sin miramientos.
Porque las horas nunca me han pasado tan deprisa como cuando tú estás pasando tus uñas sobre mi espalda marcando tú amor por mí.
Porque madrugar se ha vuelto mi deporte favorito si es contigo entre las sábanas.
Que puedes ocultarme qué es lo que piensas, pero la manera en la que se te dilatan las pupilas cuando ven mis ojitos, lo dicen todo.
Que la locura que recorre tu cuerpo es la misma que las ganas que tiene mi cintura cuando las envuelves con tus piernas y la estrechas contra tu piel, deprisa y después lento.
Que buscas cualquier momento para que sea perfecto y para darme un abrazo, de esos que más hacen falta cuando todo lo de alrededor es gris.
Que te duermes en mi pecho con los dedos entrelazados a los míos y que no sabías que te estabas acercando a un bidón de gasolina y que tú eras la mecha que faltaba para incendiarlo todo.
Tú, que te tiras de cabeza conmigo y dejas los miedos apartaditos para quien los quiera coger, que arriesgarse también es lo suyo, sobre todo cuando piensas que no hay nada que perder.
Y que de tantas manos que podía coger con mi meñique para cruzar un paso de cebra, la tuya es de la que me quiero sujetar para no volverme a perder.
Tú
Sígueme en Instagram
@ sr.mindiola