Sonríe suavemente, la textura del papel de los boletos que sostiene entre sus dedos le es cosquillosa. Aunque no es siquiera un poco comparable con la sensación agradable y revoltosa que siente concentrada en el centro de su estómago.
No se trataba de algo tan importante.
Solo que, Urie Kuki le había dicho que "si". Si a salir con ella.
Bueno, no era exactamente una cita...para su desanimo, no se trataba de ello. Sin embargo, podía permitirse soñar un poco ¿no?
Él se lo había prometido, que algún día iría con ella al lugar que escogiera, sin rechistar.
Y, todos sabemos que a él le encanta hacer promesas.
Aunque, muchas veces sea incapaz de cumplirlas.
Saiko se obliga a creer, entre las mil barajas de confusión. Decide hacerlas a un lado, apartar esos pensamientos negros que la entristecen un poco.
Toma algo de aire, antes de detenerse frente a la imponente puerta de madera oscura. Su corazón quiere dar un salto, antes de desvanecer de emoción contenida. Alza la mano, un puño decidido en arremeter con poca delicadeza sobre la superficie dura, se detiene en la oscuridad. Quiere derribar el obstáculo, quisiera simplemente hacerlo.
Es algo doloroso.
Aun no lo sabe, pero un presentimiento infortunado golpea fuertemente a su conciencia soñadora. Pero, ella es Saiko Yonebayashi, no hay porque temer.
No se puede temer a lo que se desconoce con certeza.
"Ojos que no ven, corazón que no siente" y cosas por el estilo. No son más que frases recreadas en su mente para auto complacerse.
En un impulsivo movimiento, la puerta es arrastrada con la fuerza que ejerció. El paso le era cedido por el destino. La sorpresa, que sorprende. El vacío que crea incertidumbre y desconcierto. ¿Acaso no se encontraba en su habitación a esa hora de la mañana? ¿Aunque nadie aún, se haya despertado?
Había estado aguardado a que él llegara, desde muy temprano. Había estado esperando a sorprenderlo.
El sonido de la ducha es serpenteante. Puede percibir la neblina del vapor de agua inundar la habitación por completo. Sonríe ladina. Lo que daría por una pequeña oportunidad.
Observa la cama de Urie Kuki, el edredón sigue intacto. No era de extrañar, puesto a que había pasado toda la noche fuera. Y, a juzgar por el aroma que sintió desde que se atrevió a conquistar los terrenos de la caverna marca Kuki, comprendió que el alcohol había sido participe y co-autor de esa aventura nocturna.
Se muerde el labio inferior, sus piernas pueden más que su mente. ¿Su cuerpo siempre había reaccionado antes que su mente? Seguramente era un error.
Sin pensarlo demasiado y en lo que a Urie le tomaba darse una ducha, tratando de hacerle frente a los vestigios del alcohol en su sangre, determinó tumbarse sin cuidado alguno sobre la cama.
Era amplia, era cómoda y el aroma que se desprendía ante sus movimientos, era idéntico al de Urie, por las mañanas. Deslizó la yema de sus dedos por tan suave superficie, le invitaban a soñar despierta.
Ahora que se pone a pensarlo, aun no comprende del todo la decisión de Urie Kuki, por decirle que "Si". Tal vez solo se trataba de una deuda con ella. Algo que debía saldar. O Quizá, podía permitirse esperanzarse...después de todo Tooru Mutsuki se había alejado del Chateau, hace mucho tiempo atrás.
Y la sorpresa le había asaltado, una mañana cualquiera, cuando ambos habían terminado el papeleo de la última misión. "Podríamos intentarlo" .... Había soltado esporádicamente, sin prestarle demasiada importancia a sus palabras. Y aunque ella quería preguntarle el por qué, prefirió callar e ignorar a su sexto sentido, su intuición femenina.
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Bitácora [Mutsurie]
RomanceCadena de drabbles. Post-final manga. Porque Urie haría muchísimas cosas por ella, excepto comunicarle sus sentimientos abiertamente.