Solo Fue Un Beso - YENYUL

(5) Amigas

Finalmente había llegado el viernes.

Yena amaba los viernes porque estaba todo el día dentro de su universidad, era una apasionada por su carrera y por los libros. Si no necesitara el dinero, definitivamente se quedaría todo el tiempo en aquel lugar, pero solo podía disfrutarlo al máximo los viernes, era el único día que no trabajaba.

Había un sector en el patio que estaba apartado, era un pequeño espacio entre el campus y la biblioteca. Allí habían muchos libros que se apilaban para poder donarlos a escuelas o dejarlos en alguna feria de antigüedades. Y era todo lo que la pelirrosa necesitaba para desconectarse. Se sentaba junto al muro y se ponía a leer cualquier libro viejo que le llamara la atención, se pasaba todas sus horas libres allí. Ella, su pequeño lounch del día y una cantidad interminable de libros era su mundo entero, podría perderse entre tantas líneas que no le importaba en absoluto lo que pasaba alrededor, era su lugar en el  universo, su espacio personal, donde podía ser ella misma. 

Sí, una anciana con alma joven que adoraba la soledad.

Justo en ese caluroso viernes de mayo, para ella no existía mejor compañía que las Últimas cartas de Jacopo Ortis incluso si la lectura era un poco nostálgica, se sentía atrapada entre línea y línea, estaba tan sumida que quiso romper su teléfono móvil cuando éste comenzó a sonar de forma histérica, cometiendo el sacrilegio de interrumpir aquel encuentro tan íntimo entre ella y su querido autor italiano. Suspiró y contestó a regañadientes.

— ¿Sigues en la Universidad? — Reconoció la voz gruesa de su amigo incluso sin ver que era él quien la llamaba.

— Estaba en mi cita, espero te sientas orgulloso de haber interrumpido. — Mencionó con toda la frustración que pudo transmitir en su voz. Recibió una gran carcajada como recompensa.

— Si estabas leyendo a algún señor muy antiguo, ¡Enhorabuena! Vengo a salvar tu aburrido viernes. — Se burló, Yena resongó.

— Muerde tu lengua antes de ofender a mis escritores. — Dijo ofendida, su amigo volvió a reír.

— Pasaré por ti en media hora, espérame. — Y sin darle tiempo a responder, colgó.

La pelirrosa suspiró, continuó con su lectura, el tiempo pasó verdaderamente rápido cuando un mensaje de texto le avisó que su amigo ya estaba aparcado fuera del campus. Guardó el libro en el mismo lugar de donde lo había sacado, no sin antes anotar la parte en donde había quedado su lectura, de esa forma podría buscarlo y finalizarlo, le estaba gustando. No sabe si por los datos camuflados de una parte de la Historia de Italia, o por la trama del libro. Una novela epistolar que trataba de un hombre preso de sus pasiones, que moría lentamente a causa de un amor que no podía tener. 

Sonrió con sarcasmo al analizar aquella opción, las coincidencias eran algo absurdo, pero que  maravilloso se sentía cuando se topaba con alguna. Negó, sin dudas elegiría la primera opción y se encargaría de recolectar los datos necesarios acerca de esa temporalidad italiana donde transcurría el relato. Era más factible y sencillo, era mejor eso a aceptar que ella también se sentía como Jacopo, porque ella no estaba enamorada, no había forma de que aquello sucediera.

Se subió al asiento del copiloto, pellizcó el brazo de su amigo arrancando una queja de sus labios, abrochó su cinturón, cruzándose de brazos.

 — ¿Es tu nueva forma de decir hola? — Habló el rubio, poniendo en marcha su vehículo. La mayor asintió.

— Fue mi forma de decir, "Si ofendes otra vez mis viernes sagrados, te irá peor que un simple pellizco" — Amenazó. 

Felix comenzó a reír a grandes carcajadas, la mayor se unió segundos después, negando. El conductor alzó sus manos en forma de rendición y disculpa, arrebatando un insulto de la mayor por soltar el volante. Continuaron riendo y hablando de cosas de su día a día, hasta que se adentraron a un barrio desconocido para la mayor, estaba segura que nunca había ido por esa parte de la ciudad. Le sorprendía y daba mucha curiosidad saber donde estaban en ese instante y porque su amigo conocía.