Prólogo

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Una promesa rota. Sentía las lágrimas amenazando con empezar a caer y nublándome la vista mientras lo veía recogiendo sus cosas. Carraspeé un poco, lo hice bajo para evitar llamar la atención de los demás aunque era muy probable que no fuera posible, no cuando nuestro baterista recogía sus cosas para irse. Ninguno de nosotros había hecho el intento de detenerlo, tampoco parecía quererlo. Sus movimientos eran apresurados, seguramente para evitar que la despedida fuera dolorosa. Aún más de lo que ya estaba siendo.

—¿De verdad tienes que irte? —preguntó Yesung, nuestro vocalista. Normalmente siempre era callado, prefería guardar sus sentimientos y dudas para sí mismo y así solucionar todo solo.

Era obvio que nos sorprendió que fuera precisamente él quien decidiera romper con el silencio que se había formado luego de la noticia.

—Ustedes también lo harían en mi lugar —respondió Heechul metiendo las baquetas en su mochila.

—No es verdad —saltó Sungmin, llevaba el puesto de bajista, él llevaba llorando ya un buen rato, por lo que su voz sonaba ronca—. Hicimos una promesa, una que tú mismo creaste y la estás rompiendo justo ahora.

—En algún momento iba a suceder de cualquier forma —se recogió el pelo en una coleta bastante desordenada, no sabía por qué continuaba haciendo eso, si era claro que adoraba llevarlo desordenado.

—De tu parte —todos fijaron sus ojos en mí, el guitarrista. Saqué la cajetilla de mi chaqueta de cuero, una que Heechul me había regalado ese mismo año. Sabía lo mal que se me daba aguantar el frío y también lo mucho que me gustaba estar a la moda.

Quise encender un cigarrillo pero al ver que mis dedos temblaban demasiado, decidí quitármelo de los labios y terminé tirándoselo a los pies. Él me dedicó una mirada compasiva, chasqueé la lengua.

—No seas infantil, Hyuk —tensé mi mandíbula. Odiaba tanto cuando hacía eso.

No respondí. Me puse de pie, caminé hasta él los pasos que nos separaban y agarré entre mis dedos el collar que se le pegaba al pecho. Uno que tenía escrito el nombre de nuestra banda, Sadique Noir.

Nunca había tenido sentido nuestro nombre, pero sonaba tan bien que no lo cambiamos. Sólo podía pensar en nosotros cuatro en la secundaria soltando palabras al azar hasta que yo había dicho eso y todos habían estado de acuerdo que sonaba genial.

Lo miré a los ojos en el preciso momento que se lo arranqué del cuello, soltó un jadeo indignado y negó con su cabeza.

—Ya no eres parte de la banda, así que no necesitas esto —lo guardé en mi bolsillo y pasé por su lado golpeando su hombro.

Agarré mi bufanda, una roja. Otro regalo suyo. La envolví en mi cuello, hundí mi nariz en ella antes de salir del garaje, en el mismo que habíamos estado tocando durante cinco años. Los cuatro habíamos decidido esperar un año para dar la prueba en la universidad para así audicionar en una empresa, en caso de ser aceptados, nos la pasaríamos de preparándonos para nuestro debut y ya después volveríamos a nuestros estudios.

Pero todo había resultado ser diferente.

El manager de una de las bandas más reconocidas de Japón nos había visto tocar en la reapertura de un restaurante aquí en Goyang y al parecer, sólo resultó ser él quien pasó la prueba para convertirse en el nuevo baterista luego de que el anterior dejara la banda. Tal como él estaba haciendo.

El aire helado de principios de diciembre me golpeó la cara en cuanto comencé a caminar, algo que claramente necesitaba para calmarme aunque sea un poco. Me subí la cremallera de la chaqueta dejando a la bufanda por fuera y metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

La luna estaba llena y en la parte más alta del cielo. Hundí mi nariz en la tela roja y fijé mis ojos en las botas que pisaban la nieve dejando huellas con cada paso que daba.

—Hyuk.

Lo ignoré por completo y aceleré el paso. Me mordí el aro que tenía en el labio inferior, estaba helado.

—¿Estás rompiendo conmigo? —me detuve en seco. Me volteé de inmediato a mirarlo, no llevaba más que un jersey razón por la cual estaba encogido.

Suspiré, caminé de vuelta hasta él y me quité la bufanda para rodearlo con ella. Él me lo agradeció con la mirada, ésta también estaba llena de tristeza.

—Esta banda la formé por ti —susurré pasando mi mano detrás de su cabeza para soltar su largo cabello naranja, el mismo que le cayó sobre los hombros.

—¿Y? Eres su líder, no puedes dejarlos.

—Tú nos estás dejando —miré sus labios—. Me estás dejando...

—¿Acaso no puedes estar feliz por mí?

—Lo estoy —aseguré volviendo a posar mis ojos en los suyos—. Pero...

—¿Pero?

Cerré mis ojos unos segundos, los mismos en los que decidí inclinarme a dejar un beso en sus gruesos labios. Lo noté corresponderme y para cuando sentí sus manos en mis hombros, lo aparté.

—Adiós y suerte.

Sostuve su mano para devolverte la goma y volví a meter las mías en los bolsillos. Me giré y esta vez, para cuando comencé a caminar, no me detuvo.

Sí, todo estaba acabado.

❛Akai Ito❜ 「 EunHae 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora