I Para mí es un placer.

20 0 0
                                    

-¿Podrías soltar ese teléfono por un momento? Estamos en la iglesia, no olvides que es un templo sagrado Sam.

-Es solo un momento, es importante – ¿alguna vez se han dado cuenta de la esclavitud de la tecnología?

-Más respeto, ya casi culmina el culto. En la fiesta podrás hablar por chat con cualquiera – agaché la cabeza ignorando sus comentarios y guardé el teléfono.

Mi concepción sobre Dios es sagrada, se podría decir que mi vida se centra plenamente en él, pero como el coloquialismo afirma: “el diablo es puerco” y Liz se empeñaba en recordármelo constantemente. Liz fue la primera persona que conocí en sexto grado, nos volvimos mejores amigos y por ciertas razones nos habíamos alejado un poco.

En ese instante me comunicaba con Katheryn, una compañera de secundaria, llegaría pronto para reunirse nuevamente con nosotros. Nunca fuimos muy cercanos, sin embargo existía un motivo importante para vernos.

Aun no comprendo por qué para una adolescente cumplir 15 años es el acontecimiento más importante de su vida. ¿180 meses esperando la pubertad? Sniff, más bien, gastar dinero y vivir una noche lujuriosa. Para Aurora no sería la excepción ya que esa noche se volvería mujer con el lucir de sus zapatos altos. En lo que a mi concierne, hasta el día de hoy no me interesa mucho el tema.

-Tenemos una hora antes de que inicie la fiesta, ¿a qué hora dijo Katheryn que llegaría?

-Justo ahora… - la señalo detrás de Liz.

-¡Kat! ¡Qué sorpresa! – lograba reconocer el sutil tono hipócrita con el que Liz solía saludar a la gente que no deseaba ver, igual, hasta conmigo lo haría en algún momento- te vez muy guapa.

- ¡Liz! ¡Sam! ¡Qué gusto!

Kate nos abrazó, y en algún momento llegué a pensar que lo hizo sólo por parecer amable y cariñosa. Ella no era el tipo de persona afectiva que cualquiera querría como amiga. Pero no daré más detalles sobre ella. Simplemente entablamos una corta conversación, y como su vida en los suburbios mostraba, se subió a la camioneta de su muy millonario padre y dijo que nos vería en la fiesta. Y pensándolo bien, ¿a qué persona que le sobre el dinero quisiera estar acompañada de dos simples personas de clase media? Sin tocar fondo, prefiero no subestimar, ni mucho menos generalizar.

Teníamos una hora libre. Muchos pensarán que el tiempo es corto cuando alguien nos hace compañía, y tienen razón, sobre todo si se tiene a una amiga como Liz, inquieta, inmensamente social, quién vivía lejos de mí y conocía más que yo sobre la vida de mis vecinos.

- Anda, no tenemos mucho tiempo y quiero saludar a Carin - ¿quién carajos era Carin? – Olvidé su cumpleaños y debe estar odiándome.

- Y ahora me dejarás esperándote al lado de un arbusto mientras saludas a tu amiga ¿cierto?

- Ahí vive ella – señaló con su dedo – de seguro la conoces y no recuerdas.

Tengo memoria fotográfica, bueno… para ciertas cosas. Se distinguir a la gente por sus nombres con gran facilidad, pero Carin era un nombre poco común, 1 en un sextillón lo usaría, o al menos eso pensaba.

- Ella está en la otra calle celebrando el cumpleaños de su mejor amiga – nos dijo su madre. Por un momento me alegré, no tendría que conocer a la chica de extraño nombre. Bueno, tal vez la estaba subestimando un poco, no sabía quién era, y tampoco me interesaba conocerla. Quizá yo tampoco le importaría a ella, en pocas palabras, Liz me obligaba a caminar solo para beneficio de ella.

Llegamos hasta donde se encontraba Carin, no sabía quién era, y me limité a siquiera hacer contacto visual. Saqué mi teléfono y seguí hablando con Katheryn. Por supuesto, Liz me dejó esperando al lado de un arbusto, que casual. Percibía carcajadas por parte de las dos, sentí que varias miradas caían sobre mí. Di varias vueltas en un solo sitio y llegué al punto de fingir hablar por teléfono. Se dice que hay dos situaciones en la vida difíciles de actuar: cuando te cantan cumpleaños, y en la que me encontraría yo: esperando como un idiota creyéndome importante y siendo excluido de un círculo social bastante numeroso donde había personas mayores que yo y que quizá solo me veían como un adefesio.

- Sam, no te hagas el importante – Liz había llegado a perturbar mi soledad,  y no precisamente para anunciarme nuestra partida hacia la fiesta – ven, Carin me ha preguntado sobre quién eres tú.

- No hagas esto más difícil Liz, hoy no me siento con ánimos de interactuar con más personas.

- Deja de actuar como anciano, hagamos algo. Si saludas a Carin te prometo que nos iremos pronto.

- Bahh, ok, si eso te hace feliz… Todo sea por no llegar tarde a la fiesta de Aurora.

Caminé unos cuantos metros aun observando la pantalla de mi teléfono, siembre he sido ese prototipo de chico orgulloso, incapaz de parecer humilde a primera vista.

- Así que… tu eres Sam – asentí sin levantar la mirada – mucho gusto, Carin.

- Mucho gusto… - alcé la mirada, y quedé completamente perplejo.

To the moon and back.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora