先 [Nanatsu No Taizai]

眠る森の罪

■■■El Pecado en el Bosque Dormido■■■

Nariel y Elizabeth encontraron a Meliodas, el Pecado de la Ira, quién es uno de los legendarios rebeldes; "Los Siete Pecados Capitales". Buscando a otros pecados, llegaron a la aldea Vanya, famosa por su cerveza. Ahí Meliodas salvó a la gente, cuyo suministro de agua era confinado por un Caballero Sacro. Ahora continúan su viaje en busca del resto de los pecados.

Esta es una historia ancestral que ocurrió cuando los mundos humano y espiritual no se habían separado. Los Caballeros Sacros, defensores del reino, poseían un poder mágico inmensurable, eran temidos y a la vez venerados. Pero existieron 7 almas que traicionaron al reino, se les conoce como... Los 7 pecados capitales.

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—O-oye, ¿Estás seguro de esto? Entramos al bosque hace tres horas y no hemos visto a un solo animal, mucho menos a alguna persona.

Caminaba con tranquilidad por aquel bosque con Meliodas a su lado. Se sentía tranquila y segura, el capitán de los Pecados era una persona fuerte que sabía lo que hacía. No sabía por qué, pero ella confiaba en él.

Su mente volvió a conectarse a la realidad cuando sintió algo en su trasero, no le dio importancia, varias ramas la habían golpeado ya. Elizabeth soltó un pequeño grito que asustó al Señor Hawk.

—¿¡Que te pasa!?

—¡Perdón! Es que algo tocó mi trasero...

—Ahora que lo mencionas, algo tocó el mío hace un segundo también...

—Tranquilas las dos, solo soy yo.

La segunda princesa de Liones reaccionó con una patada directo a su cara, que lo enterró varios metros en la tierra.

—¡Te pasa por puerco! —gritó indignado Hawk.

—Pensemos en cosas más importantes.

—¡Oye no te hagas el tonto, eh!

Respirando una y otra vez, trataba de bajar algunos tonos de su rostro. No podía creer que aquel descarado se había atrevido a tal cosa. Olvidar, olvidar, olvidar. Quería borrar de su mente aquella bizarra imagen mental de Meliodas con una mano en su retaguardia. 

—No, enserio, tengo pruebas. Como ven el Bosque del Sueño Albo es difícil de recorrer a caballo, es sencillo perderse, hasta los cazadores y viajeros lo evitan.

—¡Pero que buen lugar para esconderse encontramos!

Bah Bah Bah, relativo. Sabía muy bien ella que si había pistas de que se encontraban ahí, ellos irían de todas formas.

Siguieron su camino con normalidad, con Elizabeth siguiéndolos, cosa que la extrañó porque ella iría pegada al Capitán de las Sobras, quién se encontraba liderando al grupo.