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- Ah~ Bebé - las ruedas de las patas de madera del piano rechinaron contra el piso pulido cuando su cuerpo fue estampado contra el mueble del instrumento musical.

Jimin no recordaba cuando su chico tierno se había convertido tan... Llevado por su instinto de lujuria.

Como si fuese una nueva versión suya, aún siendo él pero con nuevas facetas incluidas que Jimin no conocía.

Le gustaba. Mucho.

- Tan rudo - volvió a decir tras una sonrisa curvada en sus labios que picaban por ser mordidos y devorados.

Jeongguk lo mantuvo de espaldas hacia su pecho y de frente contra el piano, empujando contra sus nalgas su erección casi dolorosa.

Lo acorraló así, inmóvil cuando sujetó las finas muñecas con sus manos y las llevó hacia su espalda, restregándose lento contra él, excitándolo, desesperándolo por sólo darle y dejarle sentir una pizca de su cuerpo.

Jimin lo había notado, pero fue ese el momento en que lo confirmó. Jeongguk se había estado ejercitando durando su ausencia porque joder, su cuerpo se sentía más grueso, más duro de lo que lo recordaba.

Se removió un poco en queja, quizá queriendo tomar el control de ambos cuerpos. Quizá buscando sentirlo imposiblemente más cerca.

Jimin no recordaba la última vez que fue sometido.

Había estudiado, practicado por años para ser él quien impusiera las reglas.

Y sin embargo allí estaba, siendo controlado por un chico a quien él mismo le había quitado lo virgen meses atrás.

Se removió un poco más, sólo hasta sentir unos labios cálidos besar el espacio entre su cuello y hombro desde atrás. Pequeños besos, pequeñas dosis apenas.

Y eso fue suficiente para hacerle detener su infantil lucha y relajarse.

Jeongguk soltó con desesperante lentitud sus manos, dejándole libre de las ataduras de su piel más ahora enredando sus brazos en aquella pequeña cintura. Sus ojos cerrados mientras se perdía en el aroma dulce de Jimin, la ropa holgada que vestía facilitándole el acceso a degustar cada centímetro en sus hombros, deseando más con cada pequeña lamida y no se abstuvo.

Con rapidez volteó su cuerpo hasta quedar los dos de frente, sus ojos encontrándose, fundiéndose entre sí.
Jeongguk volvió a besar el mismo lugar esta vez teniendo más facilidad de desprender los botones que interrumpían su camino. Quiso romperlos, pero su misión y promesa eran amarle sin prisas sin importar el lugar donde estaban.

Además de que Jeongguk amaba sentir su respiración agitada y sus pequeñas quejas.

No había cabida para ello, ahora era su turno. Jimin no tenía poder esa noche.

Al menos, no todo.

Con una mano descubrió por completo su hombro derecho, deteniéndose por escasos segundos a admirar su piel blanca, erizada y no precisamente por el frío de la media noche.

Sus labios atraparon su tetilla sólo para hacer una succión y volver a alejarse para mirar su rostro contraído. Nunca vio a Jimin tan perdido con una leve estímulo.

Y es que allí cayó en cuenta que nunca se le fue permitido conocer a fondo sus puntos débiles. Jimin siempre llevaba las riendas aún y cuando le decía que le cedería el control. Sólo ahora se enteraba, que aún en esas ocasiones Jimin mantuvo algunas barreras arriba.

Se sintió felíz, si, porque por primera vez le veía lo miraba débil. Por primera vez lo sentía entregarse por completo.

Por primera vez lo sentía realmente suyo. Totalmente suyo.

❄ Ice Heart,Cold Soul ❄ || Kookmin 💙💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora