Las chicas y yo platicábamos. Era agradable hablar de nuestros poderes sin ninguna culpa. El clima cambió. Frío. No pude hacer nada por ellas ni retrasar su final porque esta vez fue mucho más rápido. Hielo en mis venas. Luego de verlas caer por las armas de los que estaban con él mi corazón de detuvo.
Desperté forzando mi garganta a atrapar todo el aire que pudiera. Me senté en mi cama tratando de regular mi respiración, sentí que necesitaba más aire así que fui a la ventana. El aire fresco golpeo mi cara y me erizó la piel. Por un momento, aun entre la niebla del sueño, pensé que él estaba de vuelta tratando de terminar lo que había empezado y me asusté.
-Adila, ¿estás bien?-
Me giré rápido, aun sin salir completamente de la pesadilla. Encontré la figura de Erika sentada en su cama, con las piernas colgando desde su cama arriba de la mía. Eso me tranquilizó. Estaban bien, yo estaba viva.
-No, no creo- Estaba cansada, lo único que quería era dormir pero ya no podría hacerlo. Me senté justo ahí junto a la ventana.
-¿Otra vez era sobre él?-
-Sí, fue lo mismo. Casi- agregué al recordar que esta vez estaban ellas en la pesadilla.
Ella bajó de un salto de su cama, cayendo sobre sus pies con un ruido seco. Tantas veces bajándose así de su cama y no me había dado cuenta la gracia con la que ya lo hacía.
-A ver, dame espacio- se sentó junto a mí -¡Uy! el suelo esta frío. Ojalá no nos enfermemos-
Me puse un dedo sobre mi boca, tratando de indicar silencio.
-Ellas aún están dormidas- susurré.
-Ah claro- imito mi tono -Pero igual tú haces mucho ruido cuando sueñas esas cosas-
-Perdón, en serio no me doy cuenta-
-Está bien, creo que ya me estoy acostumbrando- señaló hacia Ellinor -No sé cómo lo hace ¿será la edad?-
-No lo sé- luego reí- ¿Cuál edad? Tampoco es tan grande-
-¿Sabes cuantos tiene?-
-No pero apenas pasará de los 30, ¿no? -
Lo consideró un momento.
-Sí, quizá si- me codeó -Entonces ¿qué? ¿Las despertamos?-
-No ¿por qué?-
-Ya sabes "sea de noche o muy por la mañana"-
-No, no es necesario, ya pasó. Estoy bien. Si quieres puedes ir a dormir -
-¿Y tú? No, ya estoy aquí, cuéntame que pasó esta vez-
Lo consideré un momento, tratando de decidir si era buena idea. Me dolía la cabeza. Exhalé cansada.
-Todas moríamos- bajé la mirada, apenada de alguna extraña forma, como si yo fantaseara con sus muertes. Como si fuera culpable de mis sueños.
-Ay, que mal- hizo una mueca. Luego se inclinó un poco hacia mí -¿cómo morí?-
Ahora la mueca la hice yo, la empujé y ella se rio.
-¡¿Qué?! Tengo curiosidad-
-Shhh- le hice gestos para que bajara la voz.
Volvió a hablar entre susurros:
-Tengo derecho a saber, yo morí ¿lo olvidas?
-Yo también morí ¿lo olvidas? Todas morimos, no es privilegio ¿sabes?- la singularidad de la situación hacia que fuera gracioso.
ESTÁS LEYENDO
Adila
FantasyAdila pertenece a una grupo de personas denominado calaña, el nivel más bajo. Se encuentra obligada a trabajar para los humanos, los que no son una anormalidad como ella y el grupo al que pertenece. ¿Por que la calaña es tan diferente? Ellos tienen...