Lo que siguió a continuación solo puedo describirlo como "caos".
Uno de los guardias me volteo bocabajo contra el piso y clavo su rodilla en mi espalda.
El príncipe gritaba "¡es ella! ¡mátenla!" y vi sus botas acercarse, dispuesto a hacerlo el mismo.
El Consejero se alejó, reteniendo al príncipe y llevándolo hacia la puerta lateral mientras su Alteza se resistía desesperado.
Con la mejilla contra el suelo, pude confirmar con terror y sorpresa que el suelo efectivamente estaba cristalizado por el hielo. Me sentí frustrada porque por una vez, solo una vez, necesitaba el fuego que tantos problemas me había causado, y el simplemente había decidido abandonarme...o convertirse en algo totalmente opuesto. Ahora también yo me convertiría en algo contrario: estaba viva, y en un momento estaría muerta.
¿Cómo es que este hielo había salido de mí? ¿Por qué hacía tanto frio?
Las puertas por las que había entrado se abrieron con un golpe que retumbo en la habitación. La rodilla moliendo mi espalda impedía que me girara a ver al verdugo que seguramente venía a acabar conmigo. Pero pude escuchar cada palabra de lo que dijo:
- Saludos a todos. ¿Es ella? -
Esa voz...esa voz la había escuchado antes. No podía ser posible.
- Si, esa es la dulzura del calabozo- Le respondió el ladrón...¡El ladrón! ¿Qué hacía aquí?
- Bien-
Más caos. Hubo gritos. Las botas del Consejero y del príncipe se camuflajearon entre la multitud de muñequitos guardias reales que los sacaron por la puerta lateral. Escuché el crujido del piso cristalizándose, extendiéndose por todo el lugar, lo que me confundió porque esta vez no había movido ni un dedo, no tenía idea como pasó, pero los guardias a mi lado, los muñequitos reales que quedaban (y el que estaba encima de mi) se pusieron en guardia. No contra mí, sino hacia lo que estaba en la puerta.
Sin el peso que me mantenía bocabajo, al fin pude girar y ver.
Era el. El hombre frio de mis pesadillas. Con sus ojos completamente oscuros, su cara pálida y esa temible sonrisa fría, macabra.
Con verdadero pánico me aleje retrocediendo aun sentada en el suelo. Era imposible, él no podía ser real. Los guardias no me protegerían, pero al menos si lograba estar detrás de ellos habría más cuerpos entre ese ser y yo.
Algo se movió a su lado captando mi atención. El ladrón seguía de pie junto a la puerta.
- Hey, salgamos de aquí-
Me quedé congelada, figurativamente, en esa posición.
Un par de guardias aprovecharon la distracción y se apresuraron al frente con sus espadas desenvainadas. Al hombre pálido le bastó mirarlos para que el hielo golpeara sus botas y subiera hasta sus cabezas, convirtiéndolos en estatuas de hielo.
- Mírame, tenemos que irnos- el ladrón volvió a hablarme, pero no podría apartar mis ojos de los guardias - Levántate, vámonos- Tomó mi brazo y me atrajo hacia él.
Reaccioné cuando me colocó a un lado del hombre frio. Vi la oportunidad y correr y escapar de ese ser aterrador, pero más guardias aparecieron a nuestra espalda, estábamos rodeados. El ladrón me miró.
- El mejor de dos males- se encogió de hombros -Quédate cerca-
- Podrías ayudar con algo- Dijo el hombre frio, colocándose justo en la mitad del umbral, verificando los guardias dentro y fuera del ala.
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Adila
FantasyAdila pertenece a una grupo de personas denominado calaña, el nivel más bajo. Se encuentra obligada a trabajar para los humanos, los que no son una anormalidad como ella y el grupo al que pertenece. ¿Por que la calaña es tan diferente? Ellos tienen...