TAXI ||Joerick||

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La luz del fuego de la chimenea era lo único que nos alumbraba y su calor junto al de nuestros cuerpos nos mantenía abrazados. 

- ¿Te sientes solo aquí? 

Suelta un suspiro. 

- Un poco, si 

- ¿Eso te hace infeliz? -lo mire y asiente- Erick yo...

- Ya no quiero hablar de eso -niega dándome una sonrisa- mejor háblame de ti 

Me puse a su altura y me acosté a su lado, Erick se acurrucó ahora en mi pecho y puso su pierna sobre mi para abrazarme también, yo solo lo rodeé por la cintura y lo acaricié. 

- Anda -anima- ya te conté que soy un agente de modas, el nombre de mis padres, también de mi hermana y mi sobrino,  ahora ya sabes toda mi vida quiero conocer la tuya 

- ¿Que quieres saber? -susurre- 

- Bueno se que eres taxista, ¿Tienes pareja, hijos? Algún perro -reímos- ¿Acaso eres un acosador sexual? 

- Ser taxista no es fácil -suspire-  soy casado también -no dice nada- mi horario y mi esposo han abierto un abismo que con cada noche que salgo a trabajar se hace más grande, hay días en los que ni siquiera hablamos o nos vemos, todo ya es una rutina

- Como no puede valorarte -besa mi pecho y sus ojitos de gato llenan mi corazón- yo amo escucharte hablar -hace que sonría- tus historias con esos clientes son épicas y muy chistosas, yo te escucharía cada minuto del día Joel -se esconde en mi cuello- 

Sentirse así por alguien que acabas de conocer no es normal y lo sabía, me sentía como un adolescente de nuevo, un adolescente que se enamora a primera vista y cae rendido por el chicos más guapo del colegio. 

- Yo jamás te engañaría Erick, si tú estuvieras en mi cama todos los días jamás buscaría a alguien más 

Me besa de manera lenta y se que me cree. 

- Esto es una mierda -suelta repegandose más a mí- una jodida mierda 

- Lose -suspire- lose bonito -bese su cabeza- tu sufres aquí en tu hermosa casa con tus lujos y yo en los arrabales de la ciudad 

- El sufrimiento no distingue clases sociales Joel 

Paso un buen rato en el que solo hubo pequeños besos y caricias por parte de ambos, estar con Erick me hacía sentir querido, amado, que realmente le importaba a alguien. 

- Tengo una idea 

- Ha si -sonríe- ¿Cuál? 

- ¿Recuerdas la historia de Doña Soco? -asiente- te invito a cenar 

- Vale -se levanta- solo deja me visto -corre hacia arriba- ay estoy muy emocionado -grita por el barandal- conoceré a Doña Soco 

Erick se subió ahora adelante conmigo, cuando llegamos entrelaza nuestras manos y yo orgulloso la tomo sin importar quién pueda verme; las miradas volaron hacia nosotros de inmediato, Erick era muy hermoso, Erick sostenía mi mano, Erick había sido mío, a Erick no le importaban que lo mirarán con un simple taxista. 

- Doña Soco -grite- 

- Joelin hijo -saluda emocionada- pero mira que lindo muchacho traes 

Erick se sonroja. 

- Buenas noches señora -habla apenado- 

- Buenas noches querido -se sonríen- pero que educado -lo abraza y me guiña el ojo logrando que ría- él si tiene clase, no como aquel que no le gustan mis tamales -lo suelta- pero pasen que les voy a servir, hoy la casa invita 

Mire a Erick.

- Joel me dijo que hacia la mejor torta de tamal del país 

- Joel nunca miente mi niño, ¿Cuantas te pongo, dos, tres?

- Oh no, solo una 

- Mmm... Tienes que cuidar esa hermosa figura ¿Verdad?, Pero no te preocupes Joel siempre te va a querer

- Doña Soco -regañe-

- Ya ya, ya me voy 

Erick no creía la historia del cliente que tuve que llevar con doña Soco para que le sacara un demonio, cuando la señora se lo contó dijo entre risas que siempre creería en mi.

Caminamos por un buen rato entre la obscuridad de la noche, paramos y me abraza pasando sus manos por mi cintura y yo hago lo mismo

- Quiero que te vea -susurra contra mi cuello-

- ¿Qué, quién? -fruncí mi ceño- 

- Zabdiel 

- ¿Estás seguro? -asiente sonriendo- 

- Quiero que te vea y sepa que no estoy solo 

Me quita las llaves del taxi y sube del lado del piloto. 

- Venga Joel, yo manejo 

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