Lado B

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Tres días después de haber iniciado las vacaciones, Uraraka le mandó un mensaje a sus amigos, incluído Bakugo. La chica había olvidado su teléfono en casa y se había quedado incomunicada en casa de su abuela.
Leyó entusiasmada los mensajes pero Bakugo no le había contestado y eso la puso un poco desanimada. —Seguramente está ocupado—. Pensó.

Aunque no lo quisiera admitir, Bakugo esperaba con cierta emoción que Uraraka le mandara un mensaje, más este nunca llegó.

—Es una mentirosa. —Pensó con amargura y apagó el teléfono. Después de todo ya había decidido con anterioridad que durante las vacaciones se olvidaría de todo lo relacionado a la academia. Además, ya estaba harto de los constantes mensajes de Kaminari diciendo tonterías, era lo mejor desconectarse totalmente.

—Deberías enviarles a tus compañeros un mensaje por navidad. —Le dijo Mitsuki a su hijo durante la cena de Navidad.

—Después. —Respondió con un semblante serio antes de darle otro bocado a su puré de papa. Poco después se levantó de la mesa y fue lavar sus platos.

—¿Ya terminaste? —Dijo su papá sorprendido—. Pronto intercambiaremos obsequios.

—Yo paso. Tengo sueño.

Mitsuki iba a decir algo pero Masaru la detuvo.

Katsuki terminó de lavar sus platos, dio las buenas noches y subió a su habitación.

—Me está preocupando Katsuki. —Mitsuki le dijo Masaru una vez su hijo salió de la habitación.

—A mí también, cariño pero no hay que presionarlo, démosle su espacio.

Bakugo se acostó en su cama mirando al techo. Las luces de las decoraciones navideñas se colaban en su habitación.
Pensativo, divagaba en si dormirse ya o encender su teléfono. Cuando se decidió, se dio cuenta que su teléfono estaba descargado y mejor dejó todo así.

Tal parecía que estar lejos de la academia le hacía darle más vueltas al asunto de que hacer con sus sentimientos. Cansado, se recostó nuevamente y al poco tiempo se quedó dormido.

Al día siguiente salió de compras junto a su familia pero su actitud era indiferente. Mitsuki comprobó con eso que a su hijo le preocupaba algo pero no sabía cómo abordar el tema. Esperaría un poco más, con la esperanza de obtener una pista sobre la causa  de la actitud de su vástago.

En cuanto a Katsuki, la visita al centro comercial le trajo una sensación amarga, parejas paseaban por el sitio y aún había decoraciones que hacían alusión a qué era una época para pasar en pareja. Decidió pensar en cuando volvería a hacer senderismo, necesitaba de esa sensación liberadora más que nunca pero las nuevas normas de la academia se lo dificultaban.

Logró alejar con eso sus sentimientos románticos pero al llegar a casa y ver a sus padres compartir pequeños gestos de afecto lo volvieron a la realidad.

El resto del día se mantuvo encerrado en su habitación con el pretexto de hacer su tarea.

—Ella no me quiere y nunca me querrá. —Se convenció.

Había tomado la decisión de no hacer nada con Uraraka, dejaría las cosas así. ¿Para qué distraerla con tonterías cuándo ni él mismo podía comprender del todo sus sentimientos? Además, en su cabeza no había posibilidad de que Uraraka pensara en él de otra forma que no fuera amistad, le dolía aceptarlo pero era verdad.

Esa noche lloró de frustración y una vez desahogado, al fin pudo descansar tranquilamente y disfrutar de sus vacaciones.

Al día siguiente iría con su familia a hacer la primera visita al templo. Acudirían en la tarde, pues durante esa noche había pronóstico de nieve y su madre quería cenar afuera.

Si tú me quisierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora