El sol aún no se asomaba por el horizonte cuando la mirada de Harry estaba puesta en las sombras que dibujaban las hojas de los árboles en el techo. Podía escuchar el sonido del viento y de algunos pájaros anunciando que pronto el sol saldría. Esa noche había sido una noche fría en Holmes Chapel y a pesar de estar bien arropado con su edredón violeta, continuaba dando vueltas en la cama dándose por vencido intentando conciliar el sueño. Era de esperarse, ¿quién en su sano juicio podría dormir sabiendo que al día siguiente tendría la audición más importante de su vida?
El día con el que tanto había soñado, al fin llegó. Sabía que esa mañana no iría a la panadería a trabajar como solía hacerlo cada día porque era el día de la audición de The X Factor, el día por el cual Harry había pasado días enteros de los últimos dos meses estudiando y practicando la canción que había elegido para audicionar. El día en que se presentaría delante de Simón Cowell. De solo pensarlo su cuerpo se estremeció por causa de la ansiedad que eso le generaba, Harry realmente admiraba a ese tipo, estaba seguro que, si su presentación lo convencía a él, pasaría a las siguientes rondas con facilidad. Se acurrucó entre las frazadas y soltó una risita de solo pensar en la satisfacción que le daría aquello.
La habitación comenzaba a iluminarse con los primeros rayos del sol cuando sus ojitos se abrieron nuevamente, al parecer se había quedado dormido. Se estiró sobre la cama mientras frotaba sus ojos y sonreía enormemente, a pesar de que solo había dormido una hora, sin embargo, la ansiedad recorriendo todo su cuerpo fue lo que definitivamente lo empujó fuera de la cama.
Caminó hacia el baño y cuando encendió la luz observó su reflejo en el espejo.
—¡Oh por Dios!
Una carcajada se escapó de sus labios cuando advirtió las marcadas ojeras debajo de sus ojos. Sin embargo, nada podía importarle menos, hoy tenía su audición y nada opacaría la felicidad que fluía hasta por sus venas.
Se metió dentro de la ducha y se lavó el cabello con su shampoo y acondicionador preferido de coco, y aunque el agua le provocaba permanecer ahí se obligó a cerrar el grifo con un mohín en sus labios. Envolvió el toallón en su cintura y caminó hacia su closet para vestirse con la ropa que había elegido la noche anterior.
Conforme con su outfit una vez vestido con él, bajó las escaleras con extrema rapidez dirigiéndose a la cocina. Anne, su mamá, estaba sentada en la mesa redonda de madera gastada dónde compartían las comidas principales... Lo escuchó llegar y le dedicó esa sonrisa tan hermosa que nacía en su rostro cada vez que le ofrecía tranquilidad a su bebé, como ella continuaba llamándolo –apodo que no parecía molestar a su hijo–.
—Veo que tú tampoco dormiste anoche —pronunció suavemente Anne, observando las marcadas ojeras de su hijo a medida que se acercaba a ella.
—Uhmm, realmente no he pegado un ojo en toda la noche, estoy demasiado ansioso, mamá. —Depositó un ruidoso beso en su frente.
—Tranquilo, cariño, todo irá bien. Eres muy talentoso, Hazz, serían unos estúpidos si no lo notaran. —Esbozó una sonrisa antes de tomar un sorbo de café—. Tranquilo. —Le guiñó un ojo.
—¿Tú me dices tranquilo a mí? —Soltó una carcajada—. Ni si quiera tú lo estás. —Le sacó la lengua mientras tomaba una taza de la alacena y se servía café.
—Está bien, mantengamos la calma. —Rio tiernamente y devolvió el gesto a su hijo.
Unos estruendosos pasos se escucharon provenientes de las escaleras. Harry llevó la mirada por sobre su hombro y observó cómo su hermana Gemma entraba a la cocina.
—¡Hey! Futura estrella —gritó Gemma, sacudiendo los rizos de su hermano con una mano, aún sabiendo cuanto él odiaba que ella hiciera eso.
El rizado le dedicó una mirada asesina haciendo a un lado sus rizos, alejándose de la perversa mano de su hermana.
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Just A Little Bit Of Your Heart [I]
RomanceHarry se presentó en el concurso de canto más conocido del momento. Esperó toda su vida por una oportunidad, pero jamás imaginó lo que sucediera a partir de esa tarde. Encontró la oportunidad y encontró el amor. Un amor como pocos. Un amor que no s...