[𝐕𝐎𝐋. 𝐈]
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『El lo estaba esperando
Con una flor amarilla
El lo estaba soñando
Con la luz en su pupila』
El pinolero se encontraba en el parque esperando al tico. En manos tenia un bello girasol. Aunque no quería aceptarlo, estaba mas que nervioso. Sus manos temblaban y su respiración se aceleraba con cada segundo. ¿Que tal si el tico no lo terminaba amando? ¿Que tal si el le rompía el corazón? No. Eso no era posible. Su Costa Rica era demasiado dulce como para lastimar a alguien, mucho menos a el. Suspiro y vio al cielo el cual era un precioso azul y las nubes lo decoraban como si de una gloriosa pintura se tratara.
Costa Rica caminaba por las aceras de aquel lugar. Se dirigía a el parque donde el pinolero lo esperaba. El no lo sabia pero sus ojos estaban alegres y tenían un toque mas brillantes de lo normal. ¿Que había pasado? Hace 2 días Nicaragua le había confesado sus sentimientos al tico. Algo que el costarricense tenia deseo de hacer hace mucho tiempo pero al parecer el Nica le gano antes de poder hacerlo.
Costa Rica soñaba por estar junto a Nicaragua por el resto de sus días. Pero sentía que si le decía, este nunca lo iba a amar. Tenia miedo de que el Nica lo lastimara y le dejara de hablar. Si eso pasaba no iba a poder soportarlo. Pero borro todos esos pensamientos y se dispuso a seguir caminando hacia donde estaba su cita.
A pesar de que los nervios los comían por dentro a ambos, estaban emocionados de verse.
『Y el amarillo del sol
Iluminaba la esquina
Lo sentía tan cercano
Lo sentía desde niño』
El sol era brillante. El cielo era un precioso azul y las nubes apenas se mostraban. El viento soplaba, era una tarde agradable. Se escuchaba a los pajaritos cantar su dulce melodía. La luz iluminaba al tico y esto lo hacia ver mas deslumbrante de lo que ya es. La gente paraba para ver a el chico de reojo, era impresionante la bellaza que este tenia. Era entendible porque el Nica se enamoraría de alguien como el. Era simplemente perfecto.
Mientras caminaba al parque, el sol iluminaba la acera. Su corazón palpitaba a mil por hora. Pero al mismo tiempo quería verlo, abrazarlo, besarlo y simplemente tenerlo cerca de el y nunca dejarlo ir.
Todos esos sentimientos nacieron desde que era un niño.
El nicaragüense lo protegía desde que eran niños. Nunca pudo expresar la gratitud que tenia hacia este. Se peleaban, si, mucho, pero para el eso no cambiaba nada ya que el pinolero, después de las peleas, lo llevaba a comprar helado. Es mas, al parque al que se dirigía, era el mismo parque en el cual se iban a comer helado. Esa razón era la cual por la que había elegido aquel lugar.
