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grown up: invitado no bienvenido

Cada día que regresaba a casa todo estaba siempre desolado. Mis papás iban a trabajar, tenía el lugar para mí misma y esperaba a que ellos regresaran ya en la noche. Y se suponía que hoy sería un día de aquello, un día común.

Pero no lo era en lo absoluto.

Porque de ser así, para empezar, ¿qué hacía un chico desconocido adentro?

Cuando finalmente lo vi, fruncí el ceño por puro instinto, hasta podía jurar que en mi rostro el desagrado era presente. Pero tampoco me podían culpar, y es que, ¿cómo esperaban que reaccionara si lo encontraba bien echado en mi sofá como si esta fuera su casa?

—¿Quién eres? —pregunté de frente, sin rodeos, porque realmente necesitaba respuestas antes de pensar que se trataba de alguna clase de asesino serial, escondiéndose de la policía en mi casa.

Sin embargo, quedé aún más confundida cuando él se volteó para sonreírme. Y solo ahí pude detallar su aspecto. Alto, cabello negro, ojos finos y bonitos, una sudadera enorme y de sus pies colgaban las pantuflas de visita. Su aspecto no me llamó la atención en lo absoluto, lo único que realmente me impresionó y dejó confundida fue ver que llevaba las pantuflas. Y no cualquiera, eran las pantuflas. 

Mi mamá era la única persona que guardaba las pantuflas para invitados y si él lo tenía, eso solo quería decir que mi propia madre se lo había dado. Y me confundía aún más.

Realmente, ¿quién era él?

—Oh, ya regresaste. —finalmente respondió, ignorando por completo la pregunta que con anterioridad le había dado. Su delgado cuerpo se levantó rápidamente del sofá hasta llegar a mí, y estando frente a frente, extenderme la mano—. Saludar nunca está de menos, querida Lisa.

Me quedé estupefacta, sin siquiera inmutarme ni un poco. Por obvias razones, yo no me vi capaz de corresponderle el gesto y tampoco me atreví a alejarme. No iba a mostrarle que su presencia me intimidaba. Lo único que quería era respuestas. Ya.

—¿Quién eres? —repetí, esta vez con más insistencia. Y lo repetiría mil veces si era posible, no lo dejaría de hacer hasta que me responda esa única pregunta—. ¿Qué haces aquí?

—Soy hijo del amigo de tu papá y viviré aquí a partir de ahora, así que acostúmbrate. —sus ojos destilaban una innegable diversión por la información que yo acababa de procesar. Pero la verdad, mi mente se había quedado en blanco y me hallé incluso más perdida.

¿Era correcto lo que acababa de decir? ¿Él viviría aquí? ¡Esto no tenía nada de sentido!

Ni siquiera me molesté en tratar de ocultarle mi confusión, y fue por eso mismo que lo veía sonreír. Casi como si le divirtiera la pequeña crisis que en mi cabeza se estaba formando.

—¿Dónde está mi padre? —pregunté, pero él solo se encogió de hombros.

—Salió hace unos minutos, pero tu mamá está en su habitac... —ni siquiera pudo terminar, porque sin pensarlo dos veces, yo caminé rápidamente hasta su habitación. Y ahí la encontré.

Estaba sentada frente a su tocador, arreglándose el cabello y cuando me observó, ella también sonrió. Totalmente calmada.

—Supongo que estás aquí porque ya lo viste, ¿cierto? —siempre había odiado cuando mi mamá tenía la razón. Pero esta vez lo agradecí, porque lo único que quería eran respuestas.

grown up - lizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora