ᶜᵘᵃᵗʳᵒ

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Minho se sentía devastado. Había hecho que su amigo se enfermará por salir a altas horas aquel día. Y para la noche del domingo Jisung tenía la garganta inflamada y un posiblemente resfriado en camino.
Inclusive había faltado tantos días a sus clases y eso hacía que Minho se sintiera completamente culpable.

Se podía decir que el pelinegro se había auto-invitado a la casa del menor. El miércoles en la tarde estaba parado justo al frente de la casa. Sabía la dirección porque cuando salían iban juntos y la casa de Jisung quedaba antes que la suya. Aunque Jisung le había dicho miles de veces por mensaje que no se preocupara él seguía de necio.
Tocando la puerta esperó paciente al dueño de casa y fue hasta aproximadamente unos diez o quince minutos que salió una melena rubia sin peinar.
Minho sonrió al verlo y Jisung sintió vergüenza porque el más alto lo estaba viendo en ese estado.
Jisung no se veía tan mal, no tenía ojeras y estaba seguro que seguía manteniendo su color de piel natural y no un blanco muerto. Si se veía con sueño y su ropa delataba que a esas horas de la tarde seguía en la cama.

Jisung supo al instante que Minho quería entrar y no lo impidió, le agradecía que se encontrará ahí. A pesar de que viviera con varias personas, su casa siempre estaba sola.

Ahora el pelirubio estaba más desinteresado de lo habitual, ni siquiera esperó a Minho y se sentó en el sofá de la sala mientras que el pelinegro con toda la confianza del mundo entraba a la cocina y abría el refrigerador.
Otra cosa que envidiaba de Minho, su confianza. Aunque a veces le parecía algo peligrosa, Minho era un niño, un niño grande ante sus ojos.

Había estado tan consumido en sus pensamientos y opiniones del porque ser concienzudo estaba bien y mal que ni siquiera se percató del nuevo peso a su lado. Minho empezó a molestar con su dedo la pierna del pelirubio y así entró a la realidad nuevamente. Sorbió su nariz y miró a Minho dándole a entender con la mirada que podía empezar a hablar, que le ponía atención.

-Jisung, lo siento, por mi culpa tienes un resfriado- Había dicho con unos ojos de súplica buscando su perdón.

El contario ladeo su cabeza hacía un lado con una sonrisa y negó.

-n-n-no t-t-te preo... c-c-cupes- Habló con dificultad y pausadamente por la palabra más grande.

Un aspecto nuevo y bueno de tener su amistad es que ahora se había soltado a hablar más, a veces se sentía mal por hacer esperar tanto a Minho por sus respuestas de tres palabras. Pero Jisung no sabía que esas tres palabras emocionaban tanto a Minho y hacían que su corazón se calentará.

Minho se inclinó y recostó su cabeza en las piernas del rubio que tuvo que cambiar su posición de indio para que la cabeza del pelinegro se acomodará. Y cuando Jisung creyó que andaba de suerte y que Minho no andaba hablador, éste empezó. Contó por más de una hora y media sólo lo que le había sucedido en el almuerzo el lunes.
Jisung mantenía sus ojos cerrados escuchando las anécdotas de Minho mientras acariciaba su cabello, no tenía de otra, pero el silencio repentino hizo que abriera sus ojos y se encontrará con una escena particular. Minho dormido con su boca entre abierta y su respiración lenta. Guardó esa imagen en una carpeta importante en su mente. Y por si acaso también en su celular, tal vez lo molestaría luego.

Esta vez Jisung se sintió acompañado por un dormido Minho una tarde de un pesado miércoles.

𝙎𝙚𝙣̃𝙖𝙨 ✦ | ℳ𝓲𝓷𝓼𝓾𝓷𝓰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora