ᵈᵒᶜᵉ

6.9K 1K 473
                                    

Las piernas de Jisung dolían bastante. Habían estado caminando de un lugar a otro durante todo el día. Visitar universidades, instituciones y algunos trabajos disponibles cerca de su ciudad era tedioso y bastante cansador. Se habían inscrito a todas las que pudieron, pero la posibilidad de estar juntos era dudosa.
Aún así tenía la fé de poder encontrar un lugar donde estudiar junto a Minho, si fuera así no se les complicaría verse y estar juntos.

Por suerte, al fin habían llegado a la casa del más alto, entraron a su habitación y se recostaron en la cama, relajándose al instante.
Al cabo de unos minutos, se encontraban recortando y pegando dibujos, imágenes de ambos juntos, y alguna que otra cosa sin sentido. Era un momento pacífico, tan agradable.

Sin embargo, las sonrisas en sus rostros desaparecieron en tan solo segundos. En la planta baja se comenzaron a escuchar fuertes golpes en la puerta principal, seguidos luego de altos gritos, provenientes de la madre de Minho y alguien más.

El rostro de Minho se había puesto más pálido de lo normal, y Jisung rápidamente entró en pánico cuando éste le había pedido que se escondiera en cualquier lugar, que no saliera por nada del mundo, que no hablara, ni hiciera ruido alguno, y que él mismo volvería a buscarlo. No pudo ni siquiera abrir la boca para decir algo, ya que Minho había salido disparando por la puerta, bajando rápidamente las escaleras.

Escuchaba gritos, se sentía un ambiente tétrico y escalofriante por toda la casa, su corazón latía fuerte y eso acompañaba los gritos de las tres personas en el piso de abajo. Jisung se encontraba hacho bolita en una de las esquinas del Interior del armario de Minho, con sus manos y piernas temblorosas. Sus ojos picaban, tenía miedo.

Además del miedo, también se sentía tan inútil, por no poder llamar a alguien por ayuda. Con lo asustado que estaba no podría ni formular una palabra cuando intente llamar a la policía. Le escribió a su familia, para que los ayudaran, pero seguramente cuando vieran los mensajes sería demasiado tarde, sus padres vivían trabajando, así que empezó a rogar por que algún vecino los ayudara.

Abajo era un caos. Minho estaba siendo golpeado por su padre, mientras su madre intentaba separarlos, siendo sus intentos en vano, ya que el cuerpo del hombre era bastante parecido al de Minho, alto e incluso más grande en cuanto a musculatura.
Minho hacía un esfuerzo por aguantar el dolor de los golpes, mientras intentaba defenderse. Pero su padre tenía ventaja.

Su madre lloró fuerte cuando vió como Minho se desplomó en el suelo, sosteniendo su estómago gracias a la fuerte patada que recibió en su torso. El hombre fue hacia ella. En su defensa y reuniendo una gran valentía, golpeó al hombre con una gran cachetada. Sin embargo eso solo enfureció más al hombre, parecía un completo diablo. Éste la golpeó tirandola a un costado, y siguió golpe tras golpe, ella sólo podía llorar y suplicar para que parara.

Él no la escuchó. Nunca lo hizo, era un completo idiota.

Cuando Jisung ya no escuchó más golpes y gritos, creyó que tal vez la pelea ya habría parado. Intentó salir, pero recordó las palabras de Minho, así que volvió a sentarse a esperar a que le abriera la puerta para poder salir.
Sintió las apresuradas y fuertes pisadas subir las escaleras y un gran portazo acompañado de un gruñido hizo que soltara las primeras lágrimas.

El individuo quedó estático un momento, observando las paredes de la habitación, llenas de fotos de Jisung y Minho juntos, siendo cariñosos y esas cosas.
Jisung supo eso, ya que comenzó a escuchar como eran arrancadas una por una con furia.
Los siguientes minutos no se escuchó nada más, Jisung tuvo que poner una de sus manos en su boca para que sus sollozos no fueran oídos.

Luego comenzó la tormenta. Todas las cosas en la habitación eran golpeadas y lanzadas al suelo, desde las cosas que tenían que la cama, las cosas sobre el escritorio e incluso se escuchó el vidrio de un marco quebrarse.
Pero el corazón de Jisung paró cuando las puertas del armario se abrieron de par en par, dejando ver su escondite y dejándolo totalmente expuesto frente al hombre.

Entre lágrimas, pudo visualizar el enorme cuerpo del hombre, el cual era similar al de Minho. Lloró aún más fuerte ante eso.
Sus latidos se aceleraron, sintió como tomaban y jalaban con fuerza sus rubios cabellos, sacándolo del armario.

-¡Aquí estás maldito maricon de mierda!-

El hombre comenzó a golpearlo de una manera brutal.
Hasta que llegó el momento en el que ya no estaba en si, su cuerpo sólo yacía ahí tirado, sus lágrimas junto con la sangre estaban presentes, saliendo en abundancia, pero Jisung ya no era consciente de la situación.
Solo lloraba mientras sentía los golpes, y dejó de pensar en ellos.
Cada golpe que recibía era acompañado de un insulto. Las palabras eran lo que más le dolían.

-¡Por tu culpa mi hijo se volvió un maricon como tú, eres asqueroso, no deberías de estar vivo!-

Jisung era realmente fuerte al no haberse desmayado y desvanecerse aún por los golpes, se negaba a hacerlo.

Sin embargo de un momento a otro, cristales volaban por toda la habitación, y un cuerpo pesado cayó sobre él, sacándole el poco aire que aún le quedaba.
Su heroína, la madre de Minho, que había logrado levantarse e ir hasta ellos para golpear al hombre con una bandeja de vidrio que había tomado de la cocina. Justo en la espalda, al menos era algo.

La cara del hombre se tiñó de un rojo intenso, parecía que iba a explotar del enojo. Y antes de que pudiera siquiera intentar levantarse, la madre de Minho tomó un pedazo de cristal grueso y lo clavó en el brazo y luego en las costillas del hombre. Y tomó otro aún más grande, clavando lo en una de sus piernas.
El hombre gritó del dolor, intentando abalanzarse sobre la mujer para detenerla, pero sus esfuerzos eran inútiles.

Pero la bandeja no era lo único que la mujer había traído para su defensa.
Agradecía haber estado horneando momentos antes de que ocurriera todo, y tener el bolillo a su disposición la hizo sacar su enojo a la luz y lo estampó contra la cabeza del hombre, dejándolo noqueado por fin.

Con todas sus fuerzas, logró arrastrar el cuerpo de Jisung por el pasillo hasta la otra habitación, para su suerte había logrado recuperarse vagamente.
La policía llegó a los diez minutos, seguida de la ambulancia segundos después.

Jisung lloraba mientras veía como se llevaban a Minho en una camilla y era ingresado dentro en la ambulancia.
A él también lo llevaron en otra distinta.

Esa noche nadie logró conciliar el sueño hasta pasada las 12.
En la casa quedaron los restos de vidrios rotos, de sangre, gritos y lágrimas.
Jisung lloró hasta quedarse sin aliento, quedando al fin dormido gracias a los sedantes y al cansancio.









𝙎𝙚𝙣̃𝙖𝙨 ✦ | ℳ𝓲𝓷𝓼𝓾𝓷𝓰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora