Dos semanas.
Habían pasado dos semanas desde lo que había sucedido luego de que Joe despertó de aquel desmayo al enterarse que, prácticamente, el fue el que causo la muerte de su primo.
Para empezar estuvo en observación por un día debido a su falta de alimento y mal aspecto. Durmió gracias al tranquilizante en el suero y se alimento bien antes de volver a casa. Luego llego la noticia del funeral de Edward, y el pelirrojo con tan solo oírlo cayo desmayado nuevamente.
¿Se había vuelto una especie de trauma? No lo sabia con exactitud, pero supuso que si debido a las imágenes que rondaban por su mente en el momento en que alguien nombraba a su familiar fallecido, la manera en la que murió. Recordaba la palabra Castrati y estallaba en ataque de ansiedad, en puro pánico. Tan puro que creía que podría morir.
Finalmente fue cuando recordó que, segundos antes de caer desmayado en el hospital, el diablo no lo había sostenido. No había sentido la protección de sus brazos, no había sentido nada e internamente estaba agradecido, porque en aquel momento fue la primera vez que le tuvo miedo de la forma en la que todos lo hacen.
Miedo a que le hiciera algo, incluso sabiendo que se estaba llevando su alma.
El padre de Joe había vuelto a la casa, luego de un par de días le comentaron sobre la muerte de su sobrino y se encerró en su cuarto por mas de tres días. Siempre estaba en la casa, pero cuando Joe llegaba a ésta se iba a otra parte, incluso si era otra habitación, simplemente se iba. Ni siquiera lo miraba, rezaba constantemente -incluso mas que antes- y al adolescente le dolía debido a que esperaba una disculpa... una disculpa por querer hacer que quemara su propia piel, por pegarle a su madre, etc.
Pero lo que mas le dolía a Joe de toda esta situación no eran los desmayos, el vivir constantemente con la ansiedad, el cargar con la culpa de la muerte de una persona y de dañar a su propio padre, mucho menos el saber que se iba a ir al infierno de manera segura y gratuita.
El verdadero dolor fue que luego de despertar aquel día en el hospital... Benjamin se había ido.
Completamente. Ya no sentía el pitido en su oído izquierdo, no sentía el constante malestar, ni tampoco su cuerpo continuo deteriorándose.
Incluso mejoró. Ya no parecía un cadáver.
Y a pesar que al principio tuvo miedo de volver a ver a Benjamin, definitivamente no se comparaba con el dolor de tenerlo lejos, de no sentirlo abrazarle por las noches. Era todo completamente terrible, y el nudo de su garganta no disminuía ni siquiera llorando ruidosamente en los brazos de su madre, la cual no comprendía la tristeza de su hijo al creer que todo estaba bien. Decidió culparse, porque jamas permitiría que su pequeño tuviera la culpa de nada.
Finalmente, luego de las dos semanas Joe volvió a la escuela. "¡El viaje en el que Dios guía tu camino!" Dijeron, pero Dios no guiaba nada que tuviera el nombre "Joe Mazzello", y éste lo sabía.
Gwilym Lee continuaba molesto por no haber ido, Joe temía ir porque sabia que iría casi todo el curso, y eso implicaba que Derek Moisset y Peter Jenkins estuvieran allí. "Los bravucones", por así decirlo.
Hacían la vida de Gwil y Joe, todo por no llevar el típico estereotipo y por ser inocentes. Gwilym era un rebelde sin causa, incluso siendo de la misma edad que Joe, pero claramente en el instituto no aparentaba aquello. En cambio, el pelirrojo era como siempre en todas partes.
Derek Moisset era el que siempre seguía a Peter. Este ultimo había tenido una vida terrible, cayendo en un orfanato y siendo adoptado por una familia rica al ser extremadamente hermoso. Se le subió la fama a la cabeza, nadie sabia que era adoptado excepto los padres de Joe, los cuales se llevaban bien con los padres de Peter. El pelirrojo lo había escuchado en el momento en que el señor y la señora Jenkins los habían confesado ante los Mazzello, pero jamas dijo nada.
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• Dancing with the Devil // hardzello (adaptación) •
Fanfiction• Es 1967 y Joe está harto de ser aquel chiquillo religioso el cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurrirá al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es ho...