7. Tequila, limón, y sal.
¡Votad y comentad, gracias!
Frustrada, di media vuelta, arrebatándole la botella a Adam de las manos. Avancé con paso firme hacia el final del pasillo.
Exactamente, ¿quién era él para mí?
Siempre había estado a mi lado, pero hacía años que no lo soportaba. Hacía años que no me venía a buscar a casa como cuando teníamos 12 años y aún vivíamos en Park Avenue. Pero ahora las cosas eran distintas.
Ya no éramos críos, ya no éramos dos niños jugando y cotilleando. Se pasaba el tiempo chinchándome y haciéndome enfadar...
Aunque en ese aspecto seguía igual.
Claro que ahora ya no se subía a los árboles a no ser que fuese para coger algún balón que se hubiera embarcado mientras entrenaban.
Justo delante de mí apareció una puerta, y la abrí con cuidado.
Dentro, cuatro paredes encerraban un cuarto de chico. Lo reconocí al instante. Había fotos, banderas de algunos equipos, y un piano. La ventana estaba entreabierta, dejando pasar
Abrí la botella, quité el tapón, y me bebí un buen trago de golpe. Me senté en la cama mareada.
Definitivamente, no debería haber bebido directamente de la boquilla.
La garganta me quemaba, el alcohol corría por mis venas, y el maldito ardor me hacía replantearme si beber de nuevo.
Alan de mientras daba una vuelta por la habitación como si la inspeccionase a fondo. Se giró a tiempo para verme queriendo escupir ese maldito líquido que me había bebido.
-¡Eh! ¿Estás loca? Que yo sepa las princesas nunca beben directamente de una botella que encima no es suya...-dijo Alan mientras me intentaba quitar la botella.
-Ahora es mía. Y yo no soy una princesa-reclamé orgullosa.
"Qué típico, diciéndole a un chico que no soy una princesa. Meg, por favor, no seas tan cliché..", pensé.
-¿No me vas a dejar a mí? Los chicos necesitamos más cantidad que las chicas, no sé si lo sabías...
Con eso ya me había convencido, así que se la cedí. Me bastaban un par de cervezas y unos chupitos para estar completamente borracha. Y se podría decir que estaba al 85% de mi capacidad.
Observé a Alan embelesada mientras bebía, parecía todo un modelo.
De repente me dió la botella, la que yo recibí encantada.
-Vamos a jugar a un juego. Ahora vengo.
No sabía de qué estaba hablando, pero no me gustaba que se hubiera ido. Quería seguir mirándole.
Oh, mierda. Calláos, pensamientos internos.
Al momento volvió. Puede que le hubiera echado en falta pero no de menos.
En la mano, para mi sorpresa, llevaba un par de rodajas de limón y un salero.
Me miró divertido, enseñándome sus blancos dientes.
-¿Sabes ya a lo que me refería?
Sonreí y me acerqué a él levantándome de la cama. Cogí el tequila y colocando los vasos encima del piano, los llené con precisión -la que podía tener en ese momento- hasta arriba derramando un par de gotitas. Quedaba menos de media botella.
Mientras Alan colocaba el suyo a su lado, yo me eché la sal en la mano.
-¿Qué haces?
-¿Acaso no se hace así?
ESTÁS LEYENDO
Guerra de Capitanes.
Dla nastolatkówMegan Falls lo tiene todo. Dinero, popularidad, amistad, y felicidad. Aunque ser la capitana de las animadoras no es para nada fácil. Y menos teniéndolo a ÉL. Mike Zagann. Ms. Problems. El capitán del equipo de fútbol americano, y enemigo de Me...