¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Youngjae siempre se ha relacionado con las personas por su sabor.
Lo mismo sucedía con aquellos que mostraban un interés romántico hacia él, si no le agradaba el sabor de la persona simplemente la rechazaba.
Cuando él era pequeño los demás niños solían evitarlo ya que sacaba el tema de sabores y colores a flote. Actualmente para no tener problema alguno evita hablar acerca de ello, así que a vista de los demás, él sigue siendo un chico común.
─ ¿Qué se supone que estamos haciendo en la biblioteca?
─ No seas tan ruidoso. ─Youngjae volteó a ver al chico de cabellos rosas con el ceño fruncido.─ Él podría descubrirnos.
─ Él, ¿quién?
Al parecer había cuestionado en un tono no tan bajo ya que un chico pelinegro que se encontraba dos mesas hacia enfrente miró a su dirección, Youngjae rápidamente tapó su rostro con un libro mientras que el chico pelirosa le saludo con la mano mientras sonreía forzadamente.
─ Chanhee, no me estás ayudando.
─ Ya desvío la mirada, quítate ese libro de la cara. ─Lo miró algo confundido.─ ¿Es alguien importante o por qué te escondes?
─ Es el chico del que te hablé la otra vez, aquí fue donde lo ví por primera vez.
─ Ah, ¿Juyeon? ─Sonrió.
─ Tsk. ─Se removió en su lugar algo tembloroso.─ No lo nombres.
─ ¿Por qué? ─Miró al castaño quien estaba a su lado, intentando descifrar qué le pasaba hasta que su cerebro hizo un pequeño click. ─ Ahh, por eso. Dime, ¿qué sabor?
─ ¿Para qué quieres saber eso?
─ Curiosidad.
─ No te lo diré.─Lo miró con un pequeño puchero para después retomar la compostura.─ Bueno, sólo quería verlo un poco, vayamos a comer algo.
─ Ya decía que un chico como tú no podía aguantar tanto tiempo en un lugar tan tranquilo y silencioso como éste, jaja. ─Rió en voz baja para ponerse de pie y comenzar a caminar. ─ Quiero comer algo dulce.
─ Sí, sí pero salgamos en silencio.
Youngjae imitó a su amigo dejando el libro que apenas había hojeado en su lugar, observó detenidamente la tarjeta que contenía el nombre de las personas que habían tomado prestado el libro con anterioridad. Releyendo una y otra vez el mismo nombre.
Juyeon... Juyeon... Juyeon.
Antes de salir dió un último vistazo al pelinegro y una cuestión le surgió de repente.
De todos los sabores, ¿por qué café?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
