03| ʀᴇᴛᴜᴍʙᴀʀ

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ᴇᴘɪꜱᴏᴅᴇ 02
ᴛʜᴇ ʀᴜᴍʙʟɪɴɢ

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—SU MELENA PAJIZA SE MOVÍA en un compás tenue ante el viento que entraba con fervor desde las ventanas de aquel lúgubre y cómodo establecimiento, acompañando a la brisa mañanera en un vals suave ante su andar sin destino. Mantenía sus orbes aureos fijamente sobre cada palabra y parrafo que plasmaba aquél viejo libro polvoriento que yacía cómodamente sobre sus delicadas y finas manos femeninas.

- ¿Estudiando tan temprano? - pregunto juguetón Viktor, su hermano, mientras introducía bandejas de masa panadera dentro de los hornos calientes de la panadería familiar.

Freya arrugo su fina nariz, a la par que fruncia levemente sus pequeños labios bermejos ante el comentario del mayor de aquel par de rubios.

- Sabes que debo seguir estudiando si quiero atender adecuadamente al Sr.Richard...- pronunció en un musitar melódico la jovencita, mientras se acomodaba sutilmente sobre el banquito donde reposaba.

Era cierto lo que decía, puesto que, la enfermedad del Sr.Richad había avanzado en aquel corto transcurso de 3 años, si bien su ceguera ya estaba avanzada, ahora aquel hombre de piel sucumbida ante la vejez no podía siquiera levantarse para tomar su taza de café mañanera, o comer adecuadamente su desayuno. Ante aquello, Freya no tenía muchas opciones en cuanto a los cuidados rigurosos que conllevaba el Sr.Richar Sjöberg, por lo cuál optó de manera intuitiva hacerse cargo por sus propias manos. Se podría decir que era la enfermera del adulto mayor que yacía postrado sobre su cama todo el día, y así era como se encontraba leyendo libros de medicina o cuidados especiales.

Cabe recalcar que aquellos libros (difíciles de conseguir) habían sido regalo de un cliente concurrente de la panadería, el cual era un médico, cada vez que el doctor iba a la panadería traía otro impresionante libro para la joven de mofletes sonrosados.

- Ven a ayudarme con la caja, por favor...- pidió en súplicas el muchacho rubio, mientras un puchero se asomaba sobre sus masculinos labios- cuando tu atiendes vienen más clientes, así que por favor, ayúdame y haz tu magia de niña bonita - pronunció Viktor mientras acuaba sus orbes, pareciendo un pequeño cachorro.

Freya resoplo a la par que cerraba con delicadeza la tapa del libro, para así, dirigirse entre pasos suaves hacia el extendido meson de madera, donde atendía adecuadamente a cada uno de los clientes que llegaban para comprar el exquisito pan Sjöberg.

- Bien, te ayudaré - dijo la fémina, mientras observaba como su hermano hacía un pequeño baile de victoria ante las súplicas anteriormente mencionadas- Pero, lo haré con una condición...- sentenció la rubia, observando con una mueca indefinida al masculino frente a ella, el cual había dejado de festejar al observar el rostro sombrío de su pequeña hermana.- Hoy Dimitri tendrá su primer día como cabo oficial aquí en Trost... Y bueno, nosotros mas tarde saldremos, ¿Vale? - musito torpemente la jovencita de rubias hebras.

Viktor se pasmo ante las palabras de la menor, procesado a detalle la información que le había sido revelada.

-...¿Me estás pidiendo permiso para tener una cita con Dimitri...? - pregunto Viktor desencajado ante aquello. Su hermanita nunca, pero ¡Nunca!, había salido con un chico en su corta adolescencia, el único destacable de aquella vacía lista era el muchachito de melena azabache revuelta, Dimitri Grigor, el cuál era amigo de su hermana y los visitaba de vez en vez cuando le daban cortos permisos militares para salir a la ciudad.

IKIKAERU | EREN JAEGER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora