ɪᴋɪᴋᴀᴇʀᴜ | En el futuro, las flores brotarán y te entregarán un poema de transición junto con una canción cubierta de sufrimiento, pena y tristeza.
La flor cual penosa no se detendra aun cuando sea privada de luz
El mañana morirá día tras día aunqu...
Semanas antes de la expedición desde otro punto de vista
La luna yacía en su punto serena, siendo acompañada con el dulzor tenue de las nubes madrugadoras. Las cuales gustosas acompañaban a la gigante estrella almendrada en su situar. La noche permanecía ante el compás del viento, siendo llevado por los alrededores y territorios de las murallas hasta chocar con las ventanas y muros que se situaban en armonía, donde dentro de sus cálidos aposentos, un trío de jóvenes comentaba entre ellos ante el nerviosismo sentido que emanaban.
— ¿Qué haremos...? — comentó un joven de cuerpo fornido, mientras llevaba una de sus manos hacia su mentón, masajeando el mismo en un simple tic de preocupación absoluta.
El mismo joven llevo su otra mano hacía su melena rubia, la cual corta alboroto ligeramente mientras en pesar su silueta se mecia de un lado a otro por la incomodidad excesiva que su cuerpo sucumbia. Dos pares de orbes reparaban en la presencia de dicho muchacho, a la vez que presenciaban cada movimiento del mismo.
— Pienso exactamente lo mismo... quien diría que ocurriría tal cosa... — comentó otro de los jóvenes, el cual portaba una melena castaña además de unos orbes almendrados relucientes de nerviosismo — ¿Dos personas saliendo de un mismo titán? Es... no puedo asimilarlo aún.
El silencio reino en la pequeña estancia, la cual era iluminada por el tenue brillar de una vela sobre la comoda de la habitación, la cual bailaba sutilmente ante el poco brisar que traspasaba la ventana.
— El plan... de conseguir el titán fundador está estropeado, además de que aún debemos encontrar al titán mandíbula que nos robaron... — acotó de nueva cuenta el muchacho de cabellos ambarinos, ganándose nuevamente ambas miradas sobre su preocupado semblante.
— No entiendo tu punto de vista, Reiner... — musito el otro muchacho, mientras gotas de sudor bajaban descarriladas por su piel.
La tensión era tal, que con solo estirar la mano se podía sentir el pesar del ambiente que aquel trío de muchachos había formado sobre ellos.
