Después de un viaje a una tienda de víveres llegamos de nuevo a la casa, que es tan nueva que aún no puedo llamarla mi casa, y me dirijo de nuevo a mi habitación a sacar todas mis pertenecías personales de la caja en la que vienen empaquetadas.
Lo primero que aparece ante mis ojos es mi juego de cama verde brillante y una parte de mí no puede evitar emocionarse por esto. Nueva casa, nueva escuela, nuevas personas.
—Lindo, ¿no es cierto? —dice mi madre en el umbral de la puerta—. Y solo falta desempacar las cajas que están en el auto.
—¿Entonces es un adiós para la vieja casa? —digo lanzando ropa de la caja a los cajones de mi cómoda.
Sí, tal vez la blanca y vacía nueva casa no esté tan vacía.
—Oh, cariño. —Ella se lanza hacia mí en lo que creo que es un abrazo consolador típico de una madre, así que me sorprendo cuando toma la blusa que puse en el cajón hace un segundo y la extiende—. No quiero presionarte con esto de la nueva casa, y la escuela pero ¿Sería mucho pedir que doblaras la ropa?
Me rio y tomo la blusa de sus manos.
—¿Eso es lo que te preocupa de todo esto? ¿La ropa? —digo lanzando la blusa de vuelta al cajón.
—Claro que no. —Saca la blusa de nuevo y la extiende —. Me pongo a trabajar mañana en la mañana, no volveré a casa en días, dejaré a mi bebé sola con sus problemas, en una nueva escuela, con desconocidos, sin saber lo que le pasa, y ella ni siquiera puede doblar su ropa —. Extiende de nuevo la prenda infernal hacia mí.
—Tranquila mamá, estaré bien y tal vez vengas el fin de semana y me ayudes a cuidar al niño que vendrá. —Tomo el objeto de nuestro estira y afloja para lanzarlo de nuevo al cajón—. Además se supone que dentro de un mes seré oficialmente un adulto— le aclaro.
Ella ignora mi último comentario.
—No puedo creer que te ofrecieras a cuidar al hijo de ¿cómo se llamaba? ¿Lila? ¿Lilian?
—No me ofrecí —le recuerdo.
Cuando veníamos de regreso a casa, una señora en sus treinta y pocos, cuyo nombre exacto al parecer no recordamos, nos dijo algo sobre conocer a sus nuevos vecinos antes de llevarnos a unas tres casas de la nuestra, donde ella vivía con sus dos hijos.
De una u otra manera, mientras bebíamos un café y comíamos una horribles galletas, salió a conversación que yo solía cuidar niños antes de mudarnos; nunca fue un trabajo oficial de niñera más de lo que era una favor a mis vecinos de muchos años. Sin embargo esta mujer era una desconocida. Pero no le molestó que yo lo fuera ya que tenía planes románticos con su marido y su hijo más pequeño tenía planes conmigo. Aunque estos no eran tan románticos.
—No quiero dejarte sola. ¿Y si te quedaras con tu padre? Él vive cerca y...
—No, mamá —la cortó—. Yo quiero a mi papá, pero él no está acostumbrado a tener a nadie con el más que a... —Me muerdo la lengua antes de decirle a mi mamá a cerca de las aventuras de mi padre, si le digo a mi mamá que mi papa metió a sus chicas a su casa cuando yo estaba ahí, no va a importarle que estén divorciados, ella igualmente estará muy molesta—. No ha vivido con nadie desde que se divorciaron, mamá, y no puedo quedarme con él si no quiero que se repita lo que paso la última vez.
Mi madre nunca lo supo, pero cuando yo conocí a Nathan en mi vieja escuela, y me quedaba en casa de mi papa, antes del incidente, peleé con él hasta que ambos estuvimos tan molestos que no hablamos durante casi dos meses.