C4: T-Rex

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Me encanta la informática, de echo, trabajo de ello en una empresa multinacional. Entré a trabajar allí poco después que falleciera mi mamá Pili. Me encargo de la ciberseguridad, que es la práctica de defender los ordenadores, los dispositivos móviles, los servidores, los sistemas electrónicos, redes o datos de ataques maliciosos. 

Últimamente estoy obstruida. Atascada. Un nuevo virus está atacando las computadoras de Europa. Lo hemos bautizado como T-Rex , debido a la capacidad que tiene el virus para captar a sus presas. Ha sido distribuido por una organización anónima. 

Debido a este malestar, pretenden hacer reuniones igual de largas que las del otro día. Más de siete horas de reunión sin descanso alguno. Hay preocupación y obsesión por resolver problema generalizado.

El virus se encarga de entrar en las cuentas del banco de los ciudadanos, de obtener sus datos y de amenazarles vía SMS. La víctima debe cumplir al pie de la letra las condiciones que le proponen, de no ser así son amenazados incluso de muerte. Pretenden obtener todas las imágenes posibles de la vida cotidiana de los ciudadanos y está dispuesto a utilizar cualquier recurso. Cuanto más datos obtengan, más dinero y más poder. Observan las cámaras web, las cámaras selfies , espían cualquier movimiento. Están distribuyendo el miedo en todas las calles. La generación más anciana no acaba de entender muy bien qué está sucediendo pero se están preparando para ello.

Ni los mejores informáticos saben cómo resolverlo y llevan semanas intentándolo. Cada vez que puedo le doy vueltas, hago esquemas mentales, averiguar cada acción que podría hacer el virus y cómo solucionarla. Pregunto a mis compañeros, pero el caos se apodera de la ciudadanía. Parece que se masca la tragedia y no sé por dónde tirar. Miedo me daría que un familiar o un amigo cercano fuera amenazado por estas bestias informáticas. Estamos trabajando más que nunca.

He notado algo en los bolsillos de la chaqueta. He encontrado un papel de publicidad que se ve que guardé hace unos días. Decía: << ¿ Necesita un cambio en su día a día? ¿Cansado de la monotonía? Apúntese con nosotros. >> Justo al final del panfleto aparece el símbolo de una E junto a un correo electrónico y una dirección. Me quedé pensando cuándo vi este anuncio. Ah sí, este panfleto lo encontré en el coche el día que tuve una reunión de trabajo. 

Lo cierto es que no me vendría mal hablar con alguien para despejar la mente. Hace unos años me hubiera dado mucho miedo pedir ayuda a profesionales (de cualquier ámbito), tenía pánico al rechazo, a ser débil ya que ser juzgada. Con el paso del tiempo comprendido que cada vez hay más persona que acuden a psicólogos, en concreto un 4,6% de la población mayor de 15 años (casi 1.800.000 personas) según la Encuesta Europea de Salud en España en 2014. La salud mental es primordial, además de las personas que desean cambiar sus vidas yo creo que son muy valientes.

Quizás me ayuden o quizás no, pero bueno ... << ¿Que me quiten lo bailao, no? >> O eso dicen.

Redacté un correo de la mejor manera posible para ponerme en contacto con ellos. No tengo mucha destreza para escribir textos pero procuré hacerlo relativamente bien: 

Para: e.monotonia@gmail.com

De: bárbara00xxxx

Asunto: Cambio en mi día a día

Buenos dias 

Quisiera concertar una cita con ustedes. En el panfleto que leí sobre vuestro anuncio no aparecía mucha información, parecen una organización de psicólogos o algo por estilo. Estoy algo cansada de mi día a día y me gustaría darle un giro de 180 grados. Necesito desahogarme y quitar el estrés. Les adjunto mi teléfono. Agradecería una respuesta lo antes posible. 

Un cordial saludo, 

Firmado: Bárbara.


No me quedaba otra que hacer tiempo y esperar una respuesta. Hice una búsqueda en Google sobre qué información podría encontrar sobre este tipo de organizaciones. Salían varias webs con calificaciones muy positivas, parecían webs fiables. Hice una investigación profunda de este lugar y me transmitió muy buenas vibras.

<< Riiin, Riiin, Riiin, Riin >> 

Está sonando el tono de llamada de mi teléfono. Debería poner un tono de llamada algo más originial. Es Pablo.

-Bárbara, estamos en la Paradise. ¡V ente a tomar algo! - dijo encantado. 

-¿Estamos? ¿Quién más hay? -Pregunté.

-Álvaro, Mario, Elena y yo. - hice un silencio largo pero discreto. Los dos primos estaban juntos. Comencé a ponerme algo nerviosa. Se veía venir, son familia, por muy distantes que sean, ¡son familia! Y antes o después se iban a ver ¿Pero por qué tan pronto? Yo nunca le conté a Álvaro mi mini romance con Mario de la adolescencia. Ni falta que hace. 

Mario y yo acordamos que sería nuestro secreto. El secreto del cuarzo rosado. Me sudan las manos. Confiaré en él. Espero que no se vaya de la lengua. Me podría traer grandes problemas. Me suda la sangradura. Algo las axilas. Bueno, ningún problema, me he puesto Rexona, que no te abandona. O eso dicen. 

-Mmmm ...- Tarareo un par de segundos. - Vale, sí, ya he acabado mi jornada laboral. En cinco minutos estoy allí. - Tartamudeé bastante a pesar que no se notó. O eso quiero pensar.

Entro por la cafetería. Son las seis de la tarde. El sol me ilumina mi parte derecha de la cara. Huele un pastel. Los busco. Están en las mesas del final. Yo sonreía como si nada. 

-¡Hombre Mario, cuánto tiempo sin verte! ¿Qué hay de ti? - dije con ironía y disimulando. Qué hipócrita soy. Más falsa que el ¡Sí, entendí! de una clase de matemáticas. Mario levantó una ceja discretamente. 

-¡Bárbara! - Me dió dos besos- He venido a ver a mi primo que hacía bastante que no nos veíamos, el otro día nos quisimos ver pero no pudimos ¿Recuerdas?

-¿Estuvisteis juntos no? - preguntó Álvaro. Levantó las dos cejas e hizo una sonrisa pícara. Espero que ello no significara nada. Espero y deseo. 

- Sí, estuvimos aquí tomando un café, nada fuera de lo común. - dije totalmente seria. "Nada fuera de lo común" qué ser dice esto en una frase normal, si dices esto es que SÍ que hay algo fuera de lo común. Qué poca picardía tengo. 

- En fin, ¿Cómo ha ido el día? - Pregunté dirigiéndome a Elena para cambiar un poco de tema.

La conversación comenzó a fluir sola y mis nervios iban disminuyendo. Yo ya estaba muy relajada cuando Elena me preguntó << ¿Qué hemos adoptado un vampiro en casa, Bárbara? Creo que tienes un pequeño morado en el cuello, pícara >>. La muchacha a veces me pregunta que si me cae mal. ¿Cómo me vas a caer bien, alma de cántaro? Elena, así no vamos bien, así esta relación no avanza. 

Me puse roja y dije que fui al cine con un amigo de la empresa y que la película fue un tanto ... "aburrida". Uf. Otra vez los sudores. Odio las mentiras pero estoy mintiendo muy bien. Uf. Voy a pedirme un té para relajarme. Me escabullí de la situación como pude.

Nos fuimos de la cafetería sobre las ocho y media de la tarde, que era la hora de cierre de esta. Nos despedimos todos de Mario y nos volvimos al piso. Le di un beso de buenas noches a Álvaro en la mejilla. y me fui rápidamente a la cama con la excusa de tener cefaleas. A dormir pronto que mañana hay que madrugar y me espera otra buena jornada laboral. A quien madruga, Dios le ayuda. O eso dicen. 

Antes de dormirme Mario me envió un Whatsapp: << Que sepas que estás preciosa cuando pasas vergüenza y te pones roja;) Buenas noches reina. >> Eché una carcajada. Le contesté: << Tú también estabas precioso levantando un ceja sin saber mentir. A pesar de ello, somos buenos mintiendo. Buenas noches cielo >> Me cuesta mucho mentir, aunque tengo que reconocer que hoy me ha gustado. Y Mario ... me está empezando a hacer gracia. Solo gracia ...

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