C5: E-monotonía

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Puto despertador. Acerco la mano para pararlo. Vuelve a sonar a los cinco minutos. Vuelvo a pararlo. Me debería levantar. Me da un mini infarto, quedan quince minutos para entrar al trabajo. Siempre igual, Bárbara. Me miro al espejo y cada día me cuesta más mirarme. Tengo muchos complejos físicos, quizás la organización de psicólogos me puede ayudar. Espabila que llegas tarde.

Ya estoy en mi oficina. He avanzado un poco con mi tarea. Descubrió que uno de los creadores del virus T-Rex vive en España. Da algo de canguelo y desconfianza pensar que alguien con una mentalidad tan excepcional ronda por las calles españolas.

Mi compañero Marco se está adentrando en las bases de datos del Gobierno de España. Pretende investigar ciudadano a ciudadano. Nuestros ordenadores van a una velocidad asombrosa, pero todavía no alcanzan la velocidad de ordenadores cuánticos, por lo que tardaríamos meses en revisar todos los datos de cada persona que entra o sale en el país: qué hace en su día a día, con quién se relaciona, qué aficiones tienen ...

Aún así es un avance muy oportuno que quizás nos ayuda más adelante. El jefe nos exige una disciplina y deberíamos descubrir quién es el portador de T-Rex antes de que pasen dos semanas, ya que otras empresas también están trabajando en ello y podrían avanzarse a la nuestra. Al fin y al cabo, esto es competencia y todo un negocio.

Seguimos pensando. Trabajamos dos cientos informáticos a la vez, además de otros muchos ingenieros, físicos y matemáticos. El futuro europeo está en nuestras manos. Hasta hace bien poco no nos creíamos que estábamos viviendo esta situación. Pero sí, es real y nos espían a cada paso que damos. Por ahora hay pánico en la sociedad pero tampoco es muy exagerado, ya que la gente no es consciente de todo el riesgo que conlleva que estos genios del ordenador tengan nuestros datos.

Procuro transmitir tranquilidad a mis familiares y amigos porque estoy convencida que conseguiremos este reto en menos de dos semanas. Todo es esfuerzo, fe en uno mismo y esperanza.

Me ha llegado un correo electrónico al móvil. Qué taquicardia pensé que sería un SMS. Es de E-monotonía, me invitan a una de sus reuniones hoy a las 19: 00h en la calle Galileo de mi propio barrio. Qué poco han tardado en responderme. Qué rapidez. Ojalá encontrara la solución al virus con tal velocidad. Les reenvío un correo confirmando la invitación.

Estoy saliendo de la empresa y me duele un poco la cabeza de estar todo el día pensando. Casi que mejor retrocedo y voy al lavabo, me lavo la cara y así me despejo un poco. El agua del grifo sale caliente, me espero un rato a que se enfríe. Mientras tanto observo la ventana del lavabo. Un pajarito se reposa sobre el peinazo de los cuarterones. Es de color azul eléctrico, tiene un pico delgado y afilado, no para girar la cabeza de lado a lado, parece muy atento. Tiene muchas plumas, estoy tan cerca que soy capaz de distinguir su iris verde de su negra y grande pupila. El agua ya está fresquita. Me lavo la cara y el pajarito se asusta y sale volando.

De repente entra al baño una mujer morena, de ojos oscuros y muy alta. Se quedó mirándome fijamente y me dijo: ten cuidado con lo que haces. 

¿Porqué lo dices?- Pregunté. Ella suspiró y se fue. La miré y me fui rápido. ¿Cuidado de qué?  No había visto a esta mujer en mi vida. 

Ya estoy lista. Voy a por mi BMW.

Estoy justo en frente del local de E-monotonía. Qué nombre más insólito por cierto. Justo encima de la puerta hay un cartel de color amarillo, pone el nombre de la organización en grande y con letras blancas. Estoy muy dispuesta a entrar, pese a que tendré que mostrar todas mis inseguridades a un desconocido. Todo sea por salud mental, Bárbara. Es un desconocido especializado, déjate en manos de un profesional.

La aguja marca las 19: 00h. Me decido a entrar al local.

-Buenas tardes.- digo con media sonrisa mientras abro la puerta del establecimiento. Hay unas blancas cornisas que conjuntan a la perfección con el gris perla de las paredes del local. Al fondo se distingue una estantería verde acqua con varios libros escritos por famosos filósofos y psicólogos. En la parte de abajo hay unos armarios y uno de ellos está entreabierto. Una mesa redonda ocupa gran parte de la sala. A mi derecha hay más de seis personas esperando a ser atendidas y están sentadas en unas sillas negras de oficina, algunos de ellos están leyendo revistas, otros con el móvil y otros pensando en sus vidas.

-Buenas, ¿Eres Bárbara? - me preguntó la recepcionista. Me sorprendió que supiera quién era. -Eres la última en llegar. ¿Comenzamos?

Ya entendí por qué sabía mi nombre. Todos me estaban esperando a mí. Qué vergüenza. Nos llevaron a una salita donde había otra mesa igual que la de la entrada y nos sentaron allí. Había un cactus justo en el centro. Todos nos veíamos las caras. La edad media rondaba los treinta exceptuando alguna que otra persona. ¡Anda, estaba mi vecina! Era la vecina del bajo B. Qué casualidad encontrarnos aquí.

- Soy la doctora Martínez Reyes. Para comenzar, haremos una ronda de presentación. ¿Comienza usted? - dijo señalando a la vecina del bajo B.

Se llama Carmen. Se describe como una mujer casada con un hombre durante veinte años y algo cansada de su relación, tienen en común dos hijos, de trece y nueve años. Ha sufrido violencia de género durante más de quince años.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2021 ⏰

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