T R E S

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Quiero narrar esta parte detalladamente. Mientras te la cuento mis ojos azulados siguen sin expresar su sorpresa. Es tan confuso. Fue destino, supongo. Con un poco de magia. Creo.

 

La mañana al parecer era normal. Amaneció y como siempre maldecí por ello. Despertaba y toda la rutina de siempre. Fui directo a la cocina y en ella estaba Zayn.

-¿Tienes que ir hoy, Louis?- pregunto mientras llenaba un vaso de vidrio con lo que parecía ser jugo de naranja.

-No quiero ir pero está el nuevo asistente.- mencioné con un poco de veneno en la frase.

-¿Niall? Está bien. Yo hoy tomare el día.- dijo y levanto su vaso en un “brindis”

-Idiota.- tome lo que necesitaba y regrese a mi habitación.  Compartir departamento con Malik en verdad era tedioso.  Una vez tomo una foto mía donde me duchaba y el orinaba. Genial ¿no?

Abrí la regadera y puse el seguro a la puerta. Las experiencias sirven de algo, supongo.

 

Después de todo mi proceso de lavado y secado, tome mis singulares prendas, las describo de este modo ya que posiblemente era lo que siempre utilizaba. Mezclillas holgadas, alguna camisa decente que diera decencia a mis mezclillas y unos zapatos de vestir con el mismo objetivo, chaqueta normal color café que solo hacía relucir aún más mi cabello castaño y mis ojos azules. Las gafas de siempre, cámara y un portafolio que cruzaba de lado a lado.

 

Caminaba hasta la estación de metro pero antes tuve el “presentimiento” o según yo la necesidad de proporcionar alguna fibra y energético a mi cuerpo. Me detuve en el Seven/Eleven que quedaba justo por debajo de la estación. No era una estación subterránea, no había ninguna estación de ese tipo.  Todo quedaba por encima de nuestras cabezas llenas de células y neuronas maravillosas.

 

Mire la hora sin hacer caso a nada más que no fuera mi pensamiento que decía “Apresúrate, estas demorando”.

-¿Me das un paquete de Verdict y un boleto de lotería?- pedí al hombre de no más de cuarenta años que portaba la singular polera rojiza de la tienda.

Mientras el hombre buscaba el paquete y me daba mi boleto yo buscaba el dinero en mis bolsillos. Logre encontrar nada así que tuve que recurrir a mi billetera temiendo que el dinero no fuera suficiente.

-¿Cuánto es?- pregunte al hombre que presiono botones y me miro al saber el precio.

-11.11.- dijo y yo saque los billetes necesarios. Pero faltándome aun monedas. Revise de nuevo en mis bolsillos y esta vez la cantidad exacta de monedas sonaban al esculcarlas.

-Los once dan suerte.- menciono el hombre al ver mi pago sobre el mostrador.

¿Suerte? Que hombre tan patético. Tome mis cosas y lo único que pronuncie fue

-Gracias.- y me retire un poco ofendido por la idea de la “suerte”. Nadie, que este en sus cinco sentidos creerá en la suerte. Todo se logra por medio de acciones. Nada va gratis.

 Llegue a la calle de nuevo y me encontré con una escena de reflexión de luz increíble. El metro pasaba con cada una de sus ventanas de vidrios que eran traspasadas por el sol. Estos reflejos eran reproducidos en un edificio que estaba justo cruzando la calle en la que me encontraba. Era una luz especial, podría ser que los grados que lograron tener los rayos ultra violeta con el vidrio creaban luces perfectas. Como un espejismo submarino.  Extrañado totalmente y observándolas decidí mirar mis pedidos.

E Y E S .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora