Choque 1: primer encuentro

12 2 0
                                    


Mucha gente cree en la existencia de un hilo rojo que nos une al amor de nuestra vida, que no importa qué, llegaremos a encontrar el amor de forma fácil y simple, que estamos destinados a eso, que no requerimos esfuerzo para lograrlo; la cobardía de afrontar la realidad los engaña bajo esa mentira, porque el amor es la más horrible, dolorosa y peligrosa tortura que existe, requiere toda la capacidad física y espiritual que se tiene, no se limita ante algo tan estúpido como el destino, supera los límites dimensionales conocidos, está mucho más allá del entendimiento humano, sin embargo, somos capaces de sentirlo y, cuando se logra superar todas las adversidades del camino, es cuando comienza la verdadera aventura que aguarda en la cima de la montaña que nunca para de crecer, porque esas son las mayores cualidades del amor: se multiplica al repartirlo y es el sentimiento más simple y complicado de tener a la vez.

Los humanos crecen con muchas capacidades, a veces las atribuyen a dioses, magia o al Universo mismo, pero en otras, ni siquiera se dan cuenta de las posibilidades reales que tienen, quedándose con la visión superflua que tienen de la realidad, la cual es sesgada en ese momento. El cerebro humano es el núcleo de la existencia individual, una realidad tan inmensa se esconde dentro de este que se equipara al cosmos completo; provee de su realidad a sí mismo, creando un mundo único al que ninguna otra persona puede ingresar, generando una soledad infinita que nunca terminará, razón por la que no existirán dos personas iguales en todo el mundo; pero, a la vez, se limita ante lo que no está preparado para tener, ocultando la realidad delante de sí mismo para evitarse el dolor que significa la soledad, intentando no sufrir por culpa de lo que su misma vida genera; buscamos el confort de lo que tanto deseamos en otras personas, sin aceptar que para abrir nuestros mundos y compartirlos con alguien más se requiere muchísimo esfuerzo y no solo fingir que nada sucede.

Mientras la gran mayoría disfrutaba de su vida en la ignorancia, pacífica y libre de problemas reales, un pequeño grupo cargaba con el peso completo de su especie en los hombros; su cerebro no creaba el filtro de paz y alegría que ocultaba las cosas que podrían eliminar su felicidad, estaban obligados a ver la realidad completa, sin poder fingir u ocultar lo que tanto daño les causaba: eran capaces de ver las cadenas. Si se buscaba darle una explicación científica, podía concluirse que era causado por culpa de la falta de algún neurotransmisor en el cerebro que generaba esto, que para el resto era sumamente extraño e incluso les generaba cierto rechazo; hasta cierto punto tenían razón, pero no era que les faltara nada, sino que al resto de la población les sobraba ese neurotransmisor, que se encargaba de crear una visión distinta del mundo. La humanidad está destinada a sufrir y estar solos, algo que no cambiará hasta que aprendan a aceptarlo.

De manera muy similar al mito del hilo rojo, las personas se conectaban a otras mediante un plano existencial distinto, una dimensión con la cual interactuamos sin notarlo, que por fines prácticos llamaremos el plano de la fantasía. Las personas que no viven bajo el filtro de un mundo feliz, tienen una relación más estrecha con este, sus vidas están completamente entrelazadas a este y son capaces de verlo.

En este plano, todo existe de forma distinta, todo carece de un sentido lógico y roza, como su nombre lo indica, lo mágico e irreal; pero en verdad es una parte de la realidad misma que los humanos tratamos de negar constantemente, haciéndonos creer a nosotros mismos que no necesitamos algo así y que todo estará bien siempre, de alguna u otra manera. La corrupción humana, que nace por estar forzados a solo aceptar el plano terrenal, nos encadena en muchos aspectos:

Alrededor de nuestro cuello, cargamos un enorme grillete que se une a otras personas, la cadena del amor; se encarga de crear pequeños puentes que unen nuestro mundo al de otros, al menos los cimientos de estos, si se trabaja lo suficiente, se completará su objetivo, pero es algo complejo y muy difícil.

Vida encadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora