Prólogo

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Nota de Autora: ¡Hola! Seré breve. Gracias por estar aquí y darle la oportunidad esta parte de la saga Opciones es la que más me ha gustado. Recomiendo mucho leer esta parte antes de leer Segunda Opción ya que es más larga y explica algunas cosas. También pediré paciencia, algunos capítulos son largos pero no se preocupen. Ojalá les guste y cualquier duda comenten :) ¡Empecemos!

Prólogo

Me levanté en absoluto silencio, escuché a mamá llorando pero me parecía algo habitual así que ni siquiera le pregunté qué sucedía.


La casa estaba desordenada como de costumbre, un poco a oscuras a pesar de ser de día pero el sol escondido en las nubes grises que amenazaban con una tormenta.


Tengo hambre, es lo único que pensé en ese momento. El desayuno no estaba listo, bah Mamá no lo hizo y ya es tarde, son las diez de la mañana y debería haber ido a la escuela pero ella no me despertó, da igual. La semana pasada también falté porque ella no me despertó, se quedó en la sala mirando televisión, terminando la tercera botella de licor en la semana.


Encogí mis hombros y fui a la cocina, me serví en un cuenco cereales que encontré al fondo de la alacena y encontré de casualidad leche en la nevera, corrí de la mesa los platos de cena de ayer (cenamos mamá, papá y yo) pero ella ni siquiera los había limpiado, quise quejarme sobre ello pero no era bueno, yo también debía ayudar a limpiar aquí y casi nunca lo hago, sólo limpio mi habitación cuando desordeno mis juguetes.
Asi que sin más dejé los platos en el fregadero y me senté para desayunar escuchando los sollozos de mamá desde la sala, suspiré y con algo de sueño apoyé mi codo sobre la mesa y desayuné reposando mi cabeza sobre mi mano apoyada, aún tengo sueño.
Es que dormí poco, escuché ayer por la noche los gritos de mamá y papá discutiendo. Supongo que mamá esta enojada porque él no volvió temprano a casa.


La verdad es que no entendía por qué papá se escapaba, tal vez porque yo soy muy aburrido o porque no soy el niño que él quiere que sea, no soy la imagen que él es.


Mi maestra dice que soy un niño retraído pero bueno, mis compañeros de clases son buenos conmigo pero sinceramente no me gusta ir a jugar con ellos pero tampoco me gusta quedarme en casa, los niños de mi edad les gusta salir a jugar a los bolos o al parque y yo solo me encierro en la habitación.


Creo que eso le molesta a papá, también debe molestarle que mamá llore tanto por él eso debe enojarle mucho y no lo culpo, a mí me molesta como en este momento que la observo llorar mientras terminaba mi cereal.


Dejé el cuenco en el suelo sin importancia y me acerqué a ella.


—Mami ¿Qué sucede?


—Adam —acarició mi rostro— ,mi pequeño.


—¿Dónde está papá?


Ella lloró peor, llevaba un olor alcohol que me dio ganas de vomitar pero lo aguanté, sé que la vi llorar muchas veces pero esta vez me asustó hasta pensé llamar a la abuela para que me ayudara como lo hago habitualmente.


—Se fue —me respondió con frialdad— nos dejará en paz, se fue porque nos odia, se fue porque no le importamos.


—¿A dónde fue? —le pregunté entonces.


—No lo sé, pero se fue de nuestras vidas, ese es tu padre —me tomó de lo hombros— una mierda, un cobarde mujeriego bueno para nada que lo único que hizo fue dejarme a un hijo y marcharse, porque somos basuras para él.


No entendía absolutamente nada, papá desaparecía por unos días como siempre, mamá decía que se iba con sus “putas” me resultaba chistoso cuando lo decía pero sinceramente lo tomaba como algo normal, él volvería y cuando lo hacía le regalaba flores a mamá para que deje de llorar y a mi me regalaba un juguete. Ayer me prometió una caja de rompecabezas que armaríamos juntos cuando me llevó a dormir entre gritos de mi mamá y su cabeza sangrando.


Papá no es malo, él es bueno, simplemente se va pero cuando vuelve siempre nos regala algo o nos lleva a cenar o a pasear, si no nos quisiera no nos regalaría cosas.


—No, él es bueno —le defendí— ,él vendrá.


—¡Adam! —me gritó— olvídate de él, nos abandonó ¿Entiendes? A ti y a Kim.


—¡El volverá! —grité y corrí a mi habitación encerrándome.


Me quedé allí sentado en mi cama mirando hacia la ventana esperando alguna señal o escuchar el motor del auto, estuve horas sentado hasta que anocheció pero no sucedió nada, es de noche tal vez venga mañana.


Llegó la mañana, me levanté para ir a la escuela y tenía hambre porque no comí ayer más que el desayuno, me la pasé encerrado.


No estaba en la casa, sólo vi a mamá dormida con una botella de whisky a su lado, busqué cereales y leche de nuevo, casi tropiezo con el cuenco en el piso que yo mismo dejé de ayer, desayuné y fui a la escuela con la esperanza de que volviese por la noche.


Pero no, llegué a casa por la tarde y cené unas patatas fritas que compré camino a casa. Mamá se encerró en la habitación. Empecé a preocuparme, pero también pensé que tal vez este eligiendo un regalo para mí… tal vez mañana regrese.


Y ese “tal vez mañana regrese” se repitió todos los días, veinticinco años, si, veinticinco años repitiendo, tal vez mañana regrese cuando llegaba la noche.

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