"Cupcakes Llenos De Amor" | Parte 1: Anomaly Rose

¹²⁻ᴾʳⁱᵐᵉʳᵃˢ ⁱᵐᵖʳᵉˢⁱᵒⁿᵉˢ

Como siempre, había una multitud de niños esperando en el portón a que abrieran las puertas del colegio, a todos se les veía tan tranquilos como siempre, Alice pudo ver a Jessica, una de las personas más cercanas a McKenzie, y no dudó en ir a hablarle a pesar de que nunca se habían llevado muy bien.

Alice: Jessica, ¿sabes algo acerca de McKenzie?

Jessica: ¿Quien?

Alice: Tu amiga Sophia McKenzie.

Jessica: Alice, si solo has venido a molestar te voy a pegar un pisotón tan fuerte que te van a poner escayola. No he conocido a nadie llamado así en mi vida.

Alice salió de allí inmediatamente con mas preguntas que respuestas.

Alice: ¿Lo habéis oido?

Benjamin: Así es.

Oliver: ¿Tan mal le caía McKenzie que hace como si nunca hubiera existido?

McKenzie: ¿Ni si quiera mi única amiga se acuerda de mi? Bueno, tampoco es como si ella me hubiera considerado una amiga alguna vez...

Billie empezaba a enfadarse de los comentarios de McKenzie, de los cuales no se podía quejar en frente de la gente sin parecer esquizofrénica.
Ya estaba sonando la campana, no tuvieron que esperar mucho a que abrieran las puertas ya que tardaron un poco más de lo normal en venir.
Todos los alumnos subieron a sus respectivas clases de forma desordenada, como siempre.
Los cuatro chicos (o cinco, contando con McKenzie), entraron el el aula, tres de ellos extrañados, y una aún asustada, pero también curiosa por lo que sucedía. No tenían mucho de lo que charlar, así que simplemente se sentaron a esperar a la profesora, en cambio el resto de niños si que seguían hablando, precisamente acerca de la nueva alumna. La profesora llegó pronto por primera vez en toda su carrera, ¿e incluso parecía feliz? Se paró al lado de su escritorio, estaba muy emocionada.

Tutora: Chicos, supongo que ya os habréis enterado, hay una nueva alumna en nuestra clase, su nombre es Karen Medd. Karen, ya puedes pasar.

Una dulce chica de altura promedio entró torpemente a la clase, haciendo un dudoso gesto con la mano como saludo. Claramente se sentía tímida de estar frente a todos.

En ese momento, el interés de Oliver sobre la situación se desvaneció por completo, se quedó admirando la belleza de la chica, sus brillantes ojos, y su pelo mas suave que el terciopelo (o así lo veía el), es como si el momento en el que caminó hacia el centro de la clase lo percibiera a cámara lenta, y que la brisa que pasaba por la ventana le ondulara el pelo de forma magistral. Él simplemente se quedó boquiabierto y ojiplatico ante la chica.