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Estaba sobre el tiempo, había otras cosas que atender antes que los pisos empolvados de las últimas habitaciones, siempre había sobre la marcha algo que le impidiera terminar aquellas, "prioridades, prioridades", se repetía mientras trabajaba sobre los zapatos más ligeros que tenía. Gordeth ayudaba en lo que podía, pero era consciente de que obviando que ella era el único personal, las cosas nunca serían como antes.

 La casa de los Liyue era una construcción que pasaba desapercibida entre las demás, sin embargo todos ubicaban entre su sosedad los lirios de cristal que crecían detrás de las rejas, ahí donde el jardín invadía hasta la entrada, interrumpiendo como en todas las otras casas la urbanidad de la calle, pues siempre la naturaleza reclamaba la vista de las calles últimas del puerto.

 Y ahí estaba, intranquila en el jardín, pensando que tenía poco tiempo para terminar sus deberes.

Aquel día era de aquellos en los que las nubes dejan un cielo completamente monocromo, de un ligero gris, que teñía de manera tranquila y relajante tanto el jardín como el cabello castaño de la chica que apenas salía corriendo para disfrutar de los saturados cielos, su atención hizo posar sus brillantes ojos casi rojizos a la que trabajaba en el jardín los ramos de flores y botones a punto de florecer, arrancados sutilmente de los extensos matorrales.

A lo lejos una chicharra se alcanzó a oír mientras se acercaba por curiosidad. El rostro cansado de la que llevaba ya casi tres ramos se posó también sobre ella, observándole las intenciones que no discernía bien.

— ¿Ansiedad por las flores, es en serio, Ganyu? — Su rostro mostró una mueca plana, a la vez que retenía un suspiro cansado, Ganyu, el nombre de la joven que recogía las flores con tanta pesadez, sólo la miró desconcertada por un efímero momento, recuperó la compostura envolviendo más en sus brazos los magníficos ramos, por fin detalló la que interrumpió.

— Son para regalos, pero como acabas de llegar, ¿te has enterado...? —

— ¡No lo digas, que creo qué puede ser!, el tonto de Zhongli volverá, ¿cierto?, ya sabía que no podía adaptarse fuera de estas rejas que asemejan una prisión — apuntó con todo su dramatismo el cancel con la palma abierta, su brazo tenso y estirado — ¡si sólo él sabe ser un reo ejemplar! ¿no también era prisionero allá?, parece que no tanto, ¡Ah!, prepararé las plumas de... —

— Hu Tao — Esta vez Ganyu fue la que interrumpió. Su mano libre tomó el hombro de la castaña, Hu Tao, y sonrió después de resignarse a lo cansado de la hiperactividad creciente de aquella, por que no había día que no amara la actitud de su hermana de cualquier forma. ­— Zhongli volverá pero por sus vacaciones, ¿no lo recuerdas?, estará un par de semanas, luego lo enviarán con la tía Guizhong, llegará hoy por la noche, solo habrá que considerarlo si está agobiado del viaje, ¿estás bien con eso?, me refiero a nada de bromas por hoy, por favor —

— Puedo considerarlo, pero no te prometo nada, ¿esos lirios son para él?, el tonto puede verlos vivitos y felices en el jardín — Hu Tao rápidamente tomó los ramos de los brazos de Ganyu

— Son para ponerlos en su recámara, ¿no es buena idea? —

— Considerando que al bobo siempre le ha gustado coleccionar esos floreros inusuales, supongo que sí —

Una vez en sus brazos, a Hu Tao le pareció que estaban fuera de lugar, cuando los sostenía su hermana, parecía que iban para ser parte de ella, como si se eligieran para tener dos objetos hermosos en alguna pintura, para compararlos de manera honesta y justa. Nuevamente miró sus brazos y reiteró. Estaba fuera de lugar. — Ganyu, iré yo misma a ponerlos en su recámara — la otra simplemente asintió, despistada a sus pensamientos, pues podía continuar con las antiguas recámaras finalmente.

El día en que tus ojos verdaderamente sean solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora