II

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Al día siguiente se limpió el cielo, las nubes blanquecinas resaltaban con el azul intenso y casi cegador, lucía como lo había familiarizado Zhongli en sus veranos más jóvenes, con el rocío de la mañana en los lirios de cristal, las ventanas despejadas del mismo, pues el calor comenzaba a filtrarse hasta en la tierra, y el verde de las hojas y de la calle en general que le avivaban el alma con su frescura.

En el jardín se encontraban los invitados y hermanos, después de disfrutar del desayuno, el albergarse del calor los llevó a salir en busca del aire puro tan regalado esa mañana.

A la derecha del jardín estaba, bajo la sombra de un pasillo de la casa, una mesa y sillas de jardín a conjunto, en el centro el té, jugo, vino y el adorno de cabello de Ganyu se posaban como si fueran puestas a conciencia para adornar la escena, aunque estuvieran ahí por simple utilidad.

En la mesa, Ganyu, Kaeya, Zhongli y Diluc ya discutían sobre el último viaje de Kaeya, que había sido a Francia, hablando como siempre de sus primeras impresiones, y sólo las acertadas, además de las costumbres tan extrañas vistas en sus calles, captando lo cotidiano para aquellos como nuevo para él.

Luego, pidiéndole a detalle a Zhongli lo que era vivir en una escuela en la capital, y las costumbres que se trajo con él, Zhongli juró que él era el extraño de extrañas costumbres, pues algunas cosas que traía desde casa no se habían movido de él.

La tarde era en sí relajada, Hu Tao jugaba a algo que la hacía salir y entrar de la casa constantemente, o solo estaba gastando energías, pensó Zhongli conociéndola. La charla que mantenían nunca era menos interesante, y constantemente cambiaban de tema por tantos hilos de los que se interesaban mutuamente, mientras Xiao parecía de buen humor leyendo alguna novela bajo el árbol cerca de las rejas del cancel.

— Vuelvo a interesarme en la polarización de tus estudios — Kaeya habló a Zhongli con su constante tono amable y despejado, mientras lo miraba insistente y con una sonrisa débil, sosteniendo su copa a la altura de su hombro, como olvidada y desatendida para prestarle más atención a aquel al que se dirigía

— Y vuelvo a reiterarte que son los mismos de siempre, aunque si lo que necesitas es una recomendación, para tu instrucción podrías...— Zhongli tenía la intención de continuar, aunque fue interrumpido por el moreno, quien ladeó grácilmente la cabeza hacia un lado, con un resoplido que no le hacía lucir grosero

— No busco formarme en ninguna otra rama que no requiera estudiar para mantener el viñedo — Kaeya apartó las ideas como si pudiera sacudirlas del aire, con una sonrisa que tendía a sus mejillas tensas esta vez — sé sensato y nota que estoy preguntando más por el ambiente y amistades que otra cosa—

— ¿El ambiente?, podría decir que es ocupado, pero el tiempo libre y el día libre se puede ir sin restricciones — Zhongli por su parte miró a un punto muerto, hablando con los labios diminutamente ajustados, algunos lo notaban como signo claro de introspección en él, y Ganyu acertó al predecir que Zhongli subiría su mano para cubrir su boca con su palma.

— ¿Has visitado con recurrencia algún lugar? — Insistió Kaeya. Zhongli en el afán de recordar sólo se pudo ver paseando por las calles, y llevando recuerdos y baratijas que captaran su atención, sinceramente vagabundear sobre asuntos triviales era su especialidad, y si bien era fácil que perdiera así el día, no le resultó fácil explicarlo a las curiosas miradas que le veían dudar.

— En general paseo por una ruta específica, sería desilusionante perderme una vez más, sin duda las calles son confusas, deberías verlas por ti mismo algún día —

— Te aseguro que no me perdería ni en las calles de Roma, que nunca he visitado — Kaeya desvió su atención, observando que nuevamente no irían a ningún lado que fuera de su interés, lo que sí le pareció interesante fue la insistencia de Diluc de no mirar a Zhongli mientras conversaban, aunque lo natural fuera que, como Ganyu, tuviera puesta su atención en quien tenía la palabra. Sus pensamientos luego fueron interrumpidos. Todos miraron a la hermana menor que corría agarrando sus faldas a los costados. Ganyu suspiró audiblemente.

El día en que tus ojos verdaderamente sean solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora