54• Poción multijugos.

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Nunca el mundo se había puesto tan de cabeza, las apariciones de mortifagos ya no eran extrañas en la ciudad pero las personas sin magia trataban de justificarlo con cualquier otra cosa, si supieran que sus vidas estaban en peligro se volverían locas, tan locas como lo hicieron mis padres al enterarse de todo. Mi plan desde un inicio era no mencionar las cosas pero Hayley no pensaba de la misma forma que yo, no podía culparla, estaba muy asustada y las pocas cosas que la hacían sentir segura eran sus padres, sabía que trataba de verse valiente pero yo conocía la verdad, un par de veces había visto que escribía cartas a Seamus contándole sus miedos, las respuestas del chico eran cariñosas y llenas de ánimo, pero ni así parecía ser suficiente para calmarla.

Los periódicos de ambos mundos estaban abarrotados de apariciones diversas, en el cielo o a plena luz del día. Los muggles eran asesinados como si fueran culpables de no tener magia mientras que los magos como mi hermana o yo éramos linchados por no tener una "sangre pura", el mismo trauma que había escuchado por parte de Draco ahora era mi condena.

Cuando me puse en contacto con el profesor Lupin no quiso decirme mucho, ni él ni nadie, pero yo sabía que algo más grande estaba por suceder así que con mucho esfuerzo logré sacarle la sopa a Fred, su plan de ayudar a Harry era arriesgado, pero también era lo único que nos quedaba, ahora solo venían las decisiones más complicadas. Al enterarme de que Hermione había borrado la memoria de sus padres no pude evitar sentirme mal, ellos no tenían la culpa pero al menos así aseguraba mantenerlos a salvo, los tíos de Harry habían huido de casa por su propio bien y los Weasley... bueno, ellos no tenían opción.

En cuanto a mi, hice lo que pude, no tenía fuerza para que mis padres se olvidaran de mi, pero logré que se unieran a la caravana con la hermana de mi madre, su destino era Italia así que solo debía llegar a su casa y ellos harían todo lo demás, no parecían convencidos pero en cuanto dije que los alcanzaríamos pasando dos días mientras arreglábamos cosas de la escuela, accedieron.

—Este es tu peor plan— Dijo Hayley entre dientes mientras esperábamos el tren que nos llevaría donde mi tía.

—Deja de quejarte, es esto o ponernos en riesgo— Al ver que el tren había llegado ambas subimos.

No era tan bello como el tren de la escuela pero cumplía la función, al menos por ahora podíamos decir que nos mantendría a salvo de lo que se viniera.

—Quiero quedarme.

Mi hermana no dejó de quejarse hasta que nos sentamos dentro de un compartimento, era algo absurdo que se siguiera quejando por lo que me levanté para hablarle.

—Escucha, ya no podemos cambiar de idea, Mamá debe estar esperando en la otra estación para recogernos así que no sigas— No obtuve respuesta— Voy al baño.

Pude ver cómo Hayley solo recargó su rostro en la ventana así que me alejé del cubículo para apresurarme, escuché la última llamada que hacían para avanzar así que caminé con velocidad hasta la puerta del tren.

—Lo siento Hayley, pero no puedo exponerte así.

Luego de murmurarle aquello a la nada di un paso fuera del tren, en ese momento el encargado me dijo que estaban por partir a lo que solo asentí. Esta no era una lucha que mi hermana necesitara pelear, menos cuando estaban cazando hijos de muggles.

Me apresuré hasta la ventana donde se encontraba Hayley, al principio pareció no darse cuenta que era yo pero cuando el tren comenzó a moverse pegó su rostro a la ventana, pude ver un par de lágrimas recorrer sus mejillas mientras golpeaba el cristal desesperadamente, no había salida esta vez.

—Hay una carta— Grité esperando que escuchara aunque sabía que eso era casi imposible— Te quiero hermana— Una lágrima recorrió mi mejilla cuando el tren desapareció por las vías.

Mi idiota favorito (Fred Weasley y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora