-Asi que tu nombre es Claudia?-
Ella lo escucho atentamente y encontró las palabras muy en el fondo de su cerebro ya maltrecho del shock.
-Si, así es-
El chico de labios gruesos y tan solo un poco más alto que ella, solo pudo sonreír ante la timidez de la chica morena de ojos tan negros que podía perderse en ellos, no lo pensó demasiado se atrevio.
-Dime algo, ¿podrías esperar aquí?, debo hacer algo y regreso de inmediato-
Claudia, una chica de tan solo 21 años quién se encontraba en el Aeropuerto Internacional de Incheon, recién llegando a Corea del Sur, para empezar su año de intercambio, acaba de asentir en respuesta a la pregunta que le ha hecho el mismísimo Park Jimin, no se lo creía en absoluto sentía que era un sueño, encontrarse justo en el momento que Jimin huía de una multitud de fans que se salió de control al verlo llegar.
Claudia tenía mil preguntas sin respuestas.
-¿Los demás dónde están? ¿Porque el está aquí? ¿Porque entro justo a esta tienda y en este momento?, bueno mi misma, tienes dos opciones, aceptas y procesas que lo conociste o te quedas pensando pendejadas-
Finalmente se decide por la primera, aunque también decide plantarse allí a esperarlo con la esperanza aunque remota de que si vuelva, mientras tanto, Park Jimin estaba pasando un momento muy frustrante no podía regresar a la tienda donde se encontró a esa hermosa chica que lo ha cautivado, así que decidió que una mentirilla blanca para ir a verla, ya que le pidió que le esperara, no le haría mal a nadie, así que fue en su búsqueda y al llegar se llevó una sorpresa, seguía allí después de 2 horas, y cuando ya Claudia empezaba a cuestionarse si seguir o irse o que le diría si regresaba, sintió una mano tomar su muñeca con firmeza y halarla hasta un pasillo menos transitado.
-Lo siento Claudia no era mi intención demorar tanto, escucha se que quizás suene loco y hasta no lo sé raro pero me gustas, ¿podríamos vernos en otro lugar?-
Ella no estaba segura de lo que estaba pasando lo único que sabía era que ese sexaphil que desprendía Jimin era tan abrumador como una atracción pura desde su dulce voz su piel sus ojos apenas visibles, eran un imán, que la dejaban sin palabras y deseosa de su presencia así que como antes solo asintió, el bajo su cubrebocas y le regaló lo primero que amaría Claudia de el...
su hermosa sonrisa...