Capítulo 0: Desnudo en la tormenta

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¿Cómo empezar una historia sin final cual lleva mi vela a mar abierto?, sin saber el rumbo que tomara sus aguas, sin saber que espera más allá, ya que siempre me dijeron que las historias tienen un arquetipo: introducción, un cuerpo y un desenlace; pero yo solo tengo el primer paso, un inicio a un sendero de contrastes. Mi inspiración, mi efímera inspiración no es mágica, no nació de una musa seduciendo mis sentidos, ni del deseo de crear una gran travesía. Siempre escribí para un rato, cuando mi mente se mecía en pensamientos por el humo gris de mi giboso cigarrillo; Volando como el viento, atravesando desiertos, soñando despierto, he ahí mi prosa, dulce deseo, fuente de cristalinas palabras y verbos (suspiro.), pero que exquisito momento el sentir mi espíritu mezclarse con la brisa, en la esencia de cuando tomo mi guitarra y cabalgo en las melodías de su cuerpo, sentirme mío y ajeno, rozando el velo de lo intangible, de lo intocable, sentirse uno con todo lo que me rodea… siempre para un momento, un instante, un susurro al viento.
Pero, ¿De qué va todo esto?, ¿De qué van todas estas palabras sin dirección?, varadas como el suplicio del náufrago en su botella lanzada al mar, ¿Qué oculta? ¿Qué puedes indagar en este misterio sin acertijos?, pues tan solo mi expresar, mi sentir después de lo que me inspiró a escribir todo esto, no fue algo bello, ni enriquecido de pensamientos hermosos, sino al momento de perder todos ellos, el sentirme endeble por dentro, frágil al soplo de vida, algo que jamás creí experimentar, algo que calló mi ego y me hizo dar cuenta lo poco agradecidos que somos con lo que tenemos, el simple hecho de dar gracias al descubrir los ojos de sueño cuando amanecemos, y dar gracias cuando regresamos a nuestro lecho. A veces, no nos damos cuenta del regalo que tenemos con tan solo respirar cada día, por eso esta historia no nació de algo bello, sino de la experiencia de perder lo que muchas veces pensamos que será duradero, sin darnos cuenta que en cualquier momento el reloj detiene su minutero, algo tan transitorio, algo tan fugaz en el tiempo.
Esta historia, mi historia como una de las tantas que existe en la mente de las personas, sin embargo, no dan el paso a plasmarlas en un trozo de papel. Increíbles relatos que se guardan tras llave y veinte cerrojos en el ocaso de nuestras vidas cuando el fuego de nuestra llama empieza a ensombrecer con los años. Mi relato, este humilde relato que pongo ante sus manos y desnudo mi alma entre estos versos, para aluzar tenuemente a aquellos que a veces en el tropiezo buscan el recodo más próximo y serenar el miedo, sentirse apagado por este cúmulo de sensaciones, incomprensibles en el primer encuentro, desapacibles en el venidero, ésta es mi autobiografía escrita en su momento, mi trastorno de ansiedad sin velo.

Biografía de una escultura sin ojos ( EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora